lunes, 3 de marzo de 2025

Elizabeth Bathory

La historia de la condesa sangrienta comienza en 1560, fecha en la cual Gabrielle Erzsebet Bathory de Eczed (llamada Erzsebet, y conocida como Elizabeth para la historia) nace en el linaje de los Bathory, naciendo en una de las familias más importante de Hungría. Su primo, el conde Thurzo fue primer ministro de Hungría, y hasta el rey Esteban de Polonia se contaba entre sus familiares.

Sus padres, los condes Ana y Jorge Báthory, eran primos. Su abuelo materno fue Esteban Báthory de Somlyó y su tío materno fue Esteban I Báthory, príncipe de Transilvania y rey polaco entre 1575 y 1586. Pero entre la religión y los asuntos de estado, la familia tenía otros intereses; un tío era hechicero, una tía lesbiana; y un hermano célebre por sus conquistas amorosas, las cuales lograba a menudo a través de la fuerza.

Su castillo estaba en Cachtice, Slovakia. Tambien solía residir en una mansión de Viena, cerca del palacio real, donde ya hizo construir una jaula de acero en la cual torturaba a sus sirvientas.

En 1571 Elizabeth se prometió con Ferenc Nadasdy, un aristócrata Húngaro, que más adelante sería conocido como El Caballero Negro, por su crueldad, empalamientos, y sus batallas vencidas.

Marchó al castillo de Csejthe (en la región de Nyira, en el noroeste de Hungría) con su nueva familia algunas temporadas. Quedó embarazada de un joven sirviente en 1573, con lo cual fue recluida en secreto en otro castillo donde alumbró a su hijo y de donde este fue sacado directamente del pais. A su padre, el joven sirviente de Csejthe, se le castró y se lanzaron sus testiculos como alimento para los perros.

El 8 de mayo de 1575, a los 15 años se casa con el conde, quien tenía 26, y se mudó definitivamente a Csejthe. Ferenc, prácticamente estuvo todo su matrimonio guerreando contra los turcos. El hecho de que Ferenc estuviese siempre fuera hizo que Elizabeth buscase amantes de ambos sexos e hiciese llamar a brujos y alquimistas para que la instruyesen.

En las ocasiones en que la condesa sangrienta y El Caballero Negro se reunían, las doncellas temían por su vida. Si bien Elizabeth ya las torturaba por divertimento, la reunión con su esposo solía concluir invariablemente con este instruyéndola en nuevas formas de tortura. Diez años pasaron hasta que Elizabeth tuvo a su primera hija (1585), Ana; en los nueve años siguientes vinieron Úrsula y Katherina, y finalmente (1598) su único hijo varón, Pàl.

Elizabeth había trabado amistad con un sirviente, Thorko, quien la inició en la brujeria Ayudada por el sirviente y por su vieja niñera Ilona Joo, Elizabeth comenzó a torturar a algunas criadas del castillo. Luego se agregaron otros cómplices: Johannes Ujvary (conocido como Ficzkó), y tres brujas llamadas Dorotea Szentes, Piroska y Dárvula.

El 4 de enero de 1604 muere su marido, dejándola viuda a los 44 años. Cómo primera medida la condesa despide a su odiada suegra del castillo junto con el resto de la parentela Nádasdy, y encierra en los sótanos a las protegidas de la anciana. Allí recibieron por fin los castigos que, según Elizabeth, merecían. Con la muerte de su marido encontró distracción en sus nuevas aberraciones sexuales y en la brujería, dando inicio a la etapa más oscura y conocida de su vida.

La viudedad dejó a Erzsébet en una situación peculiar: señora feudal de un importante condado de Transilvania, metida en todas las intrigas políticas de aquellos tiempos convulsos, pero sin ejército con que proteger su poderío. Por la misma época, su primo Gábor I Báthory se convirtió en Príncipe de Transilvania, con el apoyo económico de la riquísima Erzsébet. Gábor se metió pronto en una guerra contra los alemanes por complejas razones políticas. Esto la ponía en peligro de ser acusada de traición por el rey Matías II de Hungría. Viuda como era, se vio más vulnerable y aislada que nunca.

En esa época la condesa tomó la costumbre de quemar los genitales de las sirvientas con velas, carbones y hierros al rojo por pura y demencial diversión. También generalizó su práctica de beber sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los hombros y los senos. Azotaba a las desafortunadas y no en la espalda, como era la costumbre, sino en los pechos; de esta manera podía ver los rostros aterrorizados y presos del dolor.

Un día una de sus criadas le tiró de los cabellos accidentalmente mientras la peinaba. Elizabeth la abofeteó, tan fuerte que se salpicó la mano con la sangre de la pobre criada. De inmediato, a Elizabeth le pareció que su piel en esa zona obtenía la frescura de su joven criada. Allí despertó el monstruo. Inmediatamente llamó a Johannes y a Thorko; desnudaron a la muchacha, le cortaron la garganta pronunciando diabólicas letanías y la desangraron en una tina. Ese día Elizabeth se dio su primer baño en sangre humana.

Entre 1604 y 1610, los oscuros agentes de Elizabeth se dedicaron a proveerle de mujeres entre 9 y 16 años para sus sangrientos rituales. En un intento desesperado por mantener las apariencias la condesa convenció al pastor local para que a las desafortunadas se les diese funerales y entierros respetables. Cuando la cifra de muertes creció alarmantemente, el párroco comenzó a manifestar sus dudas. Elizabeth tuvo que empezar a enterrar a sus víctimas en los jardines del castillo al amparo de la noche. (Algunos dicen que fue el párroco quien la denunció oficialmente ante el rey Matías a través de la curia clerical.)

En 1609, por falta de criadas en la zona a causa de semejante masacre, Elizabeth cometió el error que finalmente acabaría con ella: comenzó a tomar niñas de buena familia con el pretexto de educarlas. La última víctima conocida fue una niña de 12 años llamada Pola, y su asesinato fue particularmente cruel, incluso hablando de la Condesa Sangrienta. Se desvistió a la joven y la encerraron en una especie de jaula. Esta particular jaula estaba construida en forma de esfera, demasiada estrecha para sentarse y muy baja para estar de pie. En el interior estaba cubierta de hojas de un pulgar de largo; y sobre esta macabra celda Elizabeth y sus secuaces realizaron una interminable orgía, sacudiendo la jaula y provocando la tortuosa muerte de la muchacha debido a los profundos cortes.

Estas acciones duraron hasta 1610, cuando el conde Gyorsy Thurzo (primo de Elizabeth enemistado con ella y gobernador de la provincia) acompañado de soldados, guardias y el párroco de la aldea, sitio el castillo como respuesta a los sangrientos relatos que sobre él circulaban. Halló que eran ciertos.
Según el testimonio de un testigo que acompañó al conde Thurzó al castillo de Elizabeth, lo primero que vieron fue una joven en el cepo del patio, en un estado que lindaba con la muerte debido a los golpes que le habían fracturado los huesos de la cadera. En el interior del castillo encontraron a una muchacha desangrada y muerta en el salón; y otra que agonizaba con su cuerpo agujereado por diminutos orificios.En las mazmorras y bodegas encontraron a muchas otras jóvenes cuyos cuerpos ya habían sido maltratados y desangrados.
Había mas (robustas e intactas) bien alimentadas, como si fueran ganado en un establo. Se exhumaron 50 cuerpos. Todo el castillo estaba cubierto de manchas de sangre seca; cada corredor, cada salón, despedía el fétido hedor de la muerte y la putrefacción. Por el diario de Elizabeth, quien con metódica crueldad anotaba cada una de sus diversiones, sabemos que el número de sus victimas es de al menos 612. Las torturas eran acompañadas de violentas orgías, los gritos de dolor se mezclaban con el paroxismo erótico de la condesa y sus agentes. Bebían la sangre mientras todavía manaba tibia de las heridas de las jóvenes.

Elizabeth fue juzgada en Bitcse (Bytča en eslovaco), en 1612. Ella no acudió al juicio, se amparó en sus derechos nobiliarios. La acusación se concentró en los asesinatos de jóvenes nobles, pues los de las siervas carecían de importancia. Quienes sí comparecieron ante la ley, por la fuerza, fueron los siniestros colaboradores.
Johannes Ujváry, el mayordomo, testificó que en su presencia se había asesinado como mínimo a 37 «mujeres solteras» de entre once y veintiséis años; a seis de ellas las había reclutado él personalmente para trabajar en el castillo.  
Todos los seguidores de Elizabeth, fueron declarados culpables, algunos de brujería, otros de asesinato y los demás de cooperación, todos excepto las brujas, fueron decapitados y sus cadáveres quemados; (incluyendo a Ficzkó).
Una burguesa de la zona acusada de cooperación, también fue decapitada y quemado su cadáver.
Katryna Beneczky, que con catorce años era la más joven de las ayudantes de Elizabeth, salvó la vida por petición expresa de una superviviente, aunque recibió cien latigazos en el cuerpo.
A las brujas Dorotea, Dárvula y Piroska les arrancaron los dedos con tenazas al rojo vivo «por haberlos empapado en sangre de cristianos» y las quemaron vivas sin ser decapitadas.

Aunque sus colaboradores pagaron con su vida, el Rey conmutó esta misma pena a Elizabeth por un encierro perpetuo en su castillo, emparedada en su alcoba.


El 31 de julio de 1614, Elizabeth Bathory dejó su testamento. El 21 de agosto de ese año uno de los carceleros la vio tirada boca abajo en su celda, se derribó la pared y se comprobó que estaba muerta. Así dejaba este mundo a los 54 años la condesa sangrienta después de haber pasado cuatro largos años encerrada, sin ni siquiera ver la luz del sol.

Pretendieron enterrarla en la iglesia de Čachtice, pero los habitantes locales decidieron que era una aberración que la «Señora Infame» fuera enterrada en el pueblo, y además en tierra sagrada. Finalmente, y como era «uno de los últimos descendientes de la línea Ecsed de la familia Báthory» la llevaron a enterrar en la cripta de la familia Báthory en el pueblo de Ecsed, en el noreste de Hungría, el lugar de procedencia de la poderosa familia. La localización de su cuerpo hoy es desconocida. Todos sus documentos fueron sellados durante más de un siglo, y se prohibió hablar de ella en todo el país.

Elizabeth Bathory cometió toda clase de excesos en una absurda batalla en contra del tiempo. Su lucha tenaz y macabra por conservar la fugaz belleza física acabó con centenares de vidas; aunque la ironía del destino nos ha dejado una frase que es por lo menos inquietante:se dice que durante sus funerales, el párroco del pueblo de Eczed, afirmó: "Es la mujer más hermosa que mis ojos hayan visto".

Dos años después, las hijas y el hijo de Elizabeth fueron finalmente acusados de traición por el apoyo de su madre a la guerra contra los alemanes; Anna Báthory, una prima de la condesa, llegó a sufrir tortura por este motivo en 1618, cuando contaba con 24 años, pero sobrevivió. Finalmente la mayor parte de la familia Báthory-Nádasdy huyó a Polonia; algunos retornaron después de 1640. Un nieto sería ejecutado en 1671 por oponerse al emperador alemán.

Curiosamente, antes del nacimiento de Elizabeth, Stephen Bathory comandó a Vlad III Tepes en la guerra de 1476 contra los turcos que le devolvió brevemente el trono de Valaquia. El linaje Bathory se extinguió en el siglo 17, tanto la rama de Ecsed como la rama de Somlyó, solo sobreviviendo una rama menor, la de Simolin.


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