La Policía Metropolitana de Londres identificó once homicidios ocurridos en Whitechapel entre el 3 de abril de 1888 y el 13 de febrero de 1891.
Aunque no había certeza para asegurar que todos habían sido obra de una misma persona, cinco de ellos sí tenían varios elementos en común y se atribuyeron a Jack el Destripador, cuyo modus operandi se caracterizaba por cortes en la garganta, mutilaciones en el área genital y abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del rostro. Estos asesinatos suelen denominarse «los cinco canónicos» para distinguirlos del resto del expediente de Whitechapel.
La Policía Metropolitana, la policía de la ciudad de Londres, y ciertas organizaciones privadas tales como el Comité de Vigilancia de Whitechapel, participaron en la búsqueda del asesino o asesinos. Y a pesar de amplias investigaciones y varios detenidos, el culpable o los culpables eludieron la identificación y la captura.
El misterio perdurable sobre quién cometió los asesinatos atrajo la atención del público incluso hasta la actualidad.
El misterio perdurable sobre quién cometió los asesinatos atrajo la atención del público incluso hasta la actualidad.
El llamado “Comité de vigilancia de Whitechapel” fue un grupo no gubernamental conformado por una serie de ciudadanos comunes, quienes de modo voluntario cooperaron con las fuerzas del orden en la infructuosa búsqueda de Jack el Destripador.
Este mecanismo de vigilancia fue creado a instancias de comerciantes del East End londinense, preocupados por los efectos nocivos que los crímenes de ese asesino provocaban en la zona.
Si bien la Policía Metropolitana de Londres imputó solo cinco asesinatos al mismo individuo, sus registros incluyeron seis crímenes más que conformaron el expediente de Whitechapel.
La policía recibió al menos tres cartas supuestamente firmadas por el asesino, en las que este se mofaba de las investigaciones y amenazaba con seguir asesinando a prostitutas. Una de las misivas estaba firmada por «Jack el Destripador» y a partir de ese entonces el asesino comenzó a ser referido por este apodo.
En este periodo sucedieron también los asesinatos del Descuartizador del Támesis, un supuesto homicida serial desconocido y tampoco nunca capturado, que operó a finales de la década de los ochenta del siglo XIX, y cuyo método de eliminación de cadáveres —todos ellos femeninos— consistía en trocear los cuerpos y diseminar los restos en zonas próximas al río Támesis, proceder que le valiera su alias criminal.
Según declaración de los profesionales actuantes: «La división de las
partes humanas demostró habilidad y método. Sin embargo, no se nota la
destreza anatómica de un cirujano, sino más bien la sapiencia práctica
de un carnicero o un desollador. Hay una gran similitud en la manera que
se cortaron estos restos con los que fueron hallados en Rainham y en el
nuevo edificio de la policía metropolitana en Whitehall».
El riperólogo Michael Gordon propuso la teoría de que Jack the Ripper y el Descuartizador del Támesis conformaron una misma persona.
El gobierno ofreció una recompensa de doscientas libras y un perdón
gratuito a favor de cualquier cómplice que denunciara al ejecutor. Pese a
tal medida, nunca se supo la identidad de la víctima, no se practicaron
arrestos, y el asunto quedó a fojas cero.
Todavía se debate si Jack El Destripador y el Descuartizador del Tamesis fueron el mismo asesino, o como poco algunas de las víctimas atribuidas a uno de ellos lo fueron del otro.
En el terreno de la ficción ¿Y si la secta de Drácula o el propio Conde fueron los autores de los asesinatos?
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