lunes, 29 de octubre de 2012

Balas perdiendo CP


Una cosa que suelo pensar, es el CP de las armas, en relación al alcance. No veo descabellado que por distancia se reduzca, especialmente si pienso en chalecos (A y B) frente a pistolas de A y B disparando a mas de 50 metros. ¿Tan raro seria que por encima de alcance largo se bajase 1 categoría? P.ej pistola B contra chaleco normal A, lo ignora. Con esta regla, a más de 50 metros (su alcance muy largo) bajaría a A, y entonces sería A contra A, suficiente para hacer daño, pero contundente.

No se trata de realismo, si no de una aproximación a realismo, sin que desentone con el sistema. Esto mismo haría que un .50 Browning no atravesase la chapa de una tanqueta Swat a mas de 600 metros, frente a las reglas como se presentan, que permiten que lo haga hasta 1200 metros.
O una AK47, C, que ignora chalecos antibalas normales (A) y pesados (B), con este sistema, por encima de 250 metros bajaría de C a B, y haría contudentes a un chaleco pesado (B), aunque seguiría ignorando el ligero (A).

Tan solo una idea.


sábado, 27 de octubre de 2012

Operación Impulso (15)

 
 
 Sofía 20:18 – 18:18 ZULU
Calle  Dragovitsa 14, Sofía
 
Todor Galvech no era lo que se dice un hombre de acción. En realidad, sólo había accedido al ejército para poder costearse la carrera, pero había abandonado la idea rápidamente. El entrenamiento no le costaba trabajo, pero la presión de los superiores y la posición moral de sus compañeros eran cosas que no podía soportar.

No obstante, echado impotente en la cama, retenido contra su voluntad y temiendo por la vida de su esposa, Todor el humanista debía admitir que estaba tomando un nuevo punto de vista respecto a la violencia. Sentía una intensa ansiedad que, sospechaba muy a su pesar, sólo remitiría con una buena somanta de hostias a alguno de los responsables de su situación actual. O tal vez le sirviera cualquier miembro de la estúpida raza humana.

Daba vueltas a su cabeza el conocimiento de no tener ninguna culpa, de no estar pagando por crimen alguno. Muy al contrario, estaba siendo castigado por sus buenas intenciones. Ese era el mundo en el que vivía. Los engranajes que movían la sociedad estaban basados en la ambición y la competitividad, no en el altruismo y la colaboración.

Y así le iba a su maravillosa especie.

Pero más allá de sus reflexiones filosófico-sociales, el señor Galvech sólo quería dejar de sentirse una marioneta inútil. En cualquier caso, mientras le mantuviesen esposado al lecho, no tenía opciones. Cerró los puños con rabia.

Uno de los enfermeros entró y le cambió el gotero. Galvech no tenía idea de lo que le estaban suministrando, pero sospechaba que era algún tipo de tranquilizante. Cada vez se sentía más cansado.

Entonces comenzó a oír una alarma. No era una alarma escandalosa -como corresponde a un hospital- pero era una alarma, no cabía duda dada su cadencia de ritmo desasosegante. Era de timbre grave y tedioso. El enfermero levantó la cabeza mirando al pasillo, tal cual si eso fuera a darle una idea de la gravedad de la situación, pero lo hizo con desgana, como si no le preocupase demasiado.

- ¿Qué es eso? – preguntó Galvech roncamente.

El vigilante que permanecía a su lado en la habitación parecía haber estado a punto de preguntar lo mismo. Tenía sus párpados ojerosos bien abiertos, alerta pero sin aspavientos, como correspondía a alguien de su rango.

- Algún novato o uno de los médicos en prácticas se ha dejado la puerta de cultivos abierta – respondió el enfermero -. Pasa cada dos o tres días, no es motivo de preocupación. La seguridad de patógenos del hospital tiene un protocolo muy severo.

En cualquier caso, el vigilante salió a investigar.

El señor Galvech se sintió, en cierta forma, defraudado. No es que le entusiasmase ser contagiado por alguna de las enfermedades que hubiese en esa sala, pero por un momento había pensado que algo ocurriría. En su estado y dadas las circunstancias actuales, esperaba que algo cambiara todo esto, que algo sacudiera la cruel monotonía que se había establecido desde que le encadenaron a esa cama de hospital.

Pero el enfermero se marchó y él tuvo que conformarse con quedarse allí, mirando al techo y esperando. Por un momento pensó en rezar, pero él no era creyente. Su esposa sí, dijese lo que dijese. Su esposa… ¿Qué habría sido de ella? ¿Qué destino habría alcanzado? ¿Habría llegado al lugar de reunión y estaría preguntándose por qué él no estaba allí? ¿O quizás la habían atrapado y estaba en un lugar peor que aquel hospital? O tal vez… No quiso plantearse la posibilidad de que estuviese muerta.
Sin poder evitarlo, ni quererlo dado que ansiaba escapar de aquellos pensamientos, cerró los ojos y se quedó dormido.

Soñó con Impulso, soñó que un país se hacía con el invento y que la sociedad conjunta global sufría las consecuencias. Era un mundo postapocalíptico, donde el sufrimiento por el hambre y la pobreza era sólo igualado por el de la represión atroz de un sistema que destruía todo aquello que se alejaba de lo establecido.

Aquella fantasía distópica no era una pesadilla muy alejada de la realidad, debía admitir.

Entonces notó el mareo de su sueño interrumpido, la boca pastosa con ese sabor agrio mientras abría perezosamente los ojos. Un susurro de cadenas que había echo eco en su mente ahora parecía haber abandonado su sueño para materializarse en aquel cuarto de hospital que tanto odiaba.

El tintineo duro sólo unos segundos, pero a Galvech le dio tiempo a ver cómo las cadenas misteriosamente partidas de sus esposas caían lánguidas desde sus muñeca, con la punta de un rojo incandescente.

Plamen guardó el soplete eléctrico en el compartimento de la manga, junto a la muñeca, y luego sacó un spray que dirigió directamente a la garganta de Todor Galvech. Debía aplicare con cuidado, para dejar inutilizadas las cuerdas vocales sin llegar a la epiglotis, de modo que no se ahogase.

Yevgueni se tropezó con uno de los cables que surgían como serpientes de los aparatos médicos. Se tragó una maldición entre dientes y volvió a mirar por el pasillo. Luego hizo la seña convenida para indicar que estaba despejado.

Dos vigilantes yacían inconscientes en el interior de la estancia, mudos, sordos y ciegos. Piotr no estaba seguro de no haber matado al menos a uno de ellos. Había perdido demasiada práctica en técnicas no letales.

Dimov se inclinó sobre Galvech, que le miró confuso.

- Buena noches, señor Galvech. Cálmese, no hemos venido a dañarle, sino a sacarle de aquí. Sé que no tiene ninguna razón para fiarse de nosotros, y no tengo ninguna intención de pedírselo, sino que le volaré una rodilla si hace algún ruido. No se moleste en intentar gritar, no le es posible.

>>Dicho lo cual, le informo de que, por vicisitudes de la vida, me es conveniente que salga usted de esta mala situación en la que se encuentra. Espero obtener algo a cambio, pero de todas formas nos favorece a ambos sacarle aquí. No tenemos mucho tiempo, así que le ruego su colaboración.

Todor trató de hablar, de decirle que estaba algo drogado y no muy seguro de cuáles serían sus limitaciones, pero no fue capaz de pronunciar palabra. Apretó los labios, contrariado, y se limitó a asentir.

Los Tumánova fueron los primeros en descender del edificio. Ciertamente, tenían habilidades y estaban acostumbrados a la falta de juguetitos de los que Dimov dependía. Bajaron desde el segundo piso por los rebordes, ayudándose de la cañerías, hasta el suelo. Segundos más tarde estaban acercando la furgoneta, marcha atrás, posicionándola bajo la ventana.

Algunos de los empleados del hospital, especialmente un anonadado guarda de seguridad, miraban al vehículo invadiendo el césped del jardincillo trasero sin acertar a actuar por pura sorpresa.

Mientras tanto, Dimov agarró el colchón de la cama, de la que Gavech acababa de levantarse tambaleante. No le gustaba hacer las cosas así, como un vulgar ladrón chapucero, necesitaba equipo adecuado, pero en la situación en la que se encontraba podía darse por satisfecho con llevar a buen puerto su misión. Suya por vez primera, no de la agencia. Arrastró el colchón hasta el balconcito y espero a que la furgoneta se posicionara. Entonces lo dejó caer sobre el techo.

Más que el colchón, sería la propia chapa de la furgoneta lo que minimizaría los daños, pero estaba seguro de que al menos serviría de algo.

Todor Galvech, que no era estúpido, en seguida se dio cuenta de lo que pretendía. Agitó las manos, dado que no podía hablar, claramente intentando que el agente en busca y captura de la IAB recapacitase, pero Plamen no se lo pensó, le agarró de la pechera y le arrojó por el balcón.

El hombre cayó bruscamente. Los hermanos Tumánova le recogieron inconsciente del colchón y le metieron con rapidez en la furgoneta. El guardia de seguridad del hospital por fin había reaccionado y dio un grito de advertencia infructuoso. Plamen se subió a la barandilla, dispuesto a saltar.

- ¡Dimov! – la voz a su espalda fue acompañada de un disparo.

El agente se agachó nada más escuchar la voz. Su cuerpo estaba por entero blindado, exceptuando la cabeza, por lo que pegó la barbilla al pecho antes de saltar.

Pero el jefe de los vigilantes no le había apuntado a la cabeza. La bala hueca que usó estaba específicamente diseñada para atravesar las protecciones. Hubiese atravesado a un elefante hasta el mismo corazón.

Plamen sintió el mordisco agudo del proyectil entre sus costilla mientras caía al vacío. El dolor ardiente se entremezcló con el vértigo y la adrenalina del salto, lo que creó una sensación extraña y desquiciante. Luego el colchón le recibió en una postura enrevesada que le hizo dislocarse el hombro. Sintió el sonido de los muelles, luego el metálico golpe ahogado de la chapa del techo de la furgoneta, y por último el chasquido con el que la articulación se salió de sitio.

Se dio la vuelta y por un instante extrañamente eterno encaró el cielo estrellado, recuperando por sorpresa el aliento, como si no hubiese esperado hacerlo. Reconoció absurdamente la constelación que estaba viendo. El sonido del nombre se coló en su mente con el tono de voz de su instructor, que le había enseñado a guiarse por las estrellas. Nunca debía perderse. Pero ahora estaba perdido, en una forma más metafórica que real.

Sin embargo, rodó sobre si mismo, lo hizo incluso antes de saber por qué lo hacía, fruto de una especia de instinto inculcado por el entrenamiento. A su lado, un trozo del colchón voló en pedazos, levantando trozos de tela que se elevaron en el aire. Eso podían haber sido sus sesos.


jueves, 25 de octubre de 2012

Francotiradores


No está demasiado relacionado con el mundo del espionaje (ni del género negro) pero me gustan los francotiradores, y me he permitido dejar aquí una serie de documentales sobre el tema.

Todos los documentales agrupados son 90 minutos. Entre otras cosas vemos abatir a dos con un disparo de Barret, un disparo a 1122 metros (¿el mayor con un 7.62x51?), un caso en Vietnam en que un francotirador tuvo que abatir a 16 blancos en 30 segs (semiautomático), la experiencia de un francotirador retirado en Fallujah (32 blancos en 30 días, 19 en un solo día), una caceria entre francotiradores en Vietnam, que acaba con una bala a través del propio visor, un tiro a 2430 metros contra un talibán en las montañas, volvemos a ver al francotirador del Vietnam matar a un coronel en una misión en la que tuvo que reptar lentamente 3 días por un claro hacia su posición de tiro, un combate nocturno en Vietnam, desde un helicóptero estrellado cuando limpiaba un rio, con un francotirador cambiando de arma y manteniendo a raya a los vietcongs hasta salvar a un compañero. Sale también la policia intentando liberar rehenes de un secuestrador armado con una bomba haciendo un tiro cercenador de la columna, y (fijemonos en todo) un francotirador de la policia de Albuquerque sacando dos pifias seguidas. El documental termina con el record actual de tiro mortal a mayor alcance (más de 2430 metros, 4 segs de vuelo la bala).



Pero vale, hablemos de Slang y EO.Los francotiradores pueden tener cabida en el género de espías, o desde una óptica policial (como en Proceso Oscuro) en el género negro. Desde la óptica de Gauss, podemos decir que Slang y EO andan precarios en rifles de francotirador, echo en falta un tipo de arma genérica de francotirador. (Recordemos que el listado de armas son categorias genericas, no armas concretas). En las armas que antaño se publicaron en el blog de NosoloRol, también lo echo en falta.

Para francotiradores tendriamos solo el rifle .50 Browning (1200 metros), ya que las armas de más largo alcance que traen son de 500 metros, claramente no de francotirador con ese alcance en reglas (o bien, en el mundo Gauss los francotiradores no hacen blanco a más de 500 metros). No se trata de alcances realistas, si no de una aproximación a la realidad. Un .50 browning igual puede hacer 2000 metros, pero al menos 1200 suena a alcance de francotirador. Desde luego 500 metros claramente no suena a francotirador. El caso del 7.62, con alcance de 500 metros, puede ser el calibre de un arma de francotirador como el M14 (7.62x51) que alcanza mas de 500 metros (unos 1000) pero si te guias por el calibre le correspondería ese alcance. Entre que el .50 browning no es el mejor exponente de arma de francotirador, y que los calibres que podrían ser de francotirador no reflejan una aproximación a esas armas, yo hecho en falta un perfil genérico para rifles de francotirador.

Y digo que el .50 no es exponente bueno del rifle de francotirador por que su daño es demasiado alto (8, es un jodido 50) y mas que por el daño, por que tiene un -2 en tiros de precisión (pequeños, a distancia, etc) cosa que entiendo un rifle de francotirador no deberia hacer tanto daño, pero tampoco debería tener ese penalizador. Propongo el siguiente perfil genérico.


Arma
Precisión
CdF
Daño
Alcance
CP
Rifle de francotirador
0
3
4
10/700/1100
D


Va también mucho con los francotiradores el estress, que desde luego podría aplicarse para dar mas realismo a alguno de sus tiros. Además, EO trae un dispositivo de nivel 1, una mira inteligente la llama, que da un +2 a los tiros siempre que durante una toma estes apuntando. Es decir, que apuntas 1 toma, y a la segunda sueltas la primera bala con bonificador (+2), mas cuantas puedas sin bonificador (con su debido -1 por bala ya disparada), y vuelta a empezar.

P.ej, un francotirador de habilidad 5 tira a 2200 metros con mira inteligente (dif 3) a un terrorista que solo asoma la cabeza (apuntando a la cabeza, +2 dif) con munición de semichaqueta (daño +2, CP -1). Saca 3 en dados, con lo que su 8 supera la dif de 5 e impacta, causando un ataque de Daño 9 (6, +3 por exceso de éxitos en la tirada) y CP C. Esto al margen de sentido común de que un balazo en la cabeza deberia matarte. Incluso, estaría en su derecho si no lo mata, de tirarle 2 balas más, si bien la primera sería a dif 8 (ya no se aplica el +2 de mira, y tiene un -1) y 9, respectivamente.

Naturalmente todo rifle de francotirador usa un visor de precisión, pero no todo visor dará bonus. La ventaja del visor es permitir hacer blanco a largas distancias, es decir, usar sin más el alcance ventajoso del rifle (2200 metros a -5). Una mira no es una ayuda al disparo, es algo necesario a esas distancias. Solo las miras especiales, proporcionarán el bono de +2 representando tecnología superior a la ya de por sí necesaria mira de francotirador. P.ej, fuerzas especiales como los Delta Force o los SEAL podrian tener este equipo. El alcance medio del rifle, y su precisión, ya está ajustada dando una ventaja sobre otras armas. 

lunes, 22 de octubre de 2012

Balas a la cabeza


Yo desde luego, soy de la opinión de que un tiro en la cabeza es fulminante en el acto. Quizas vivas un rato, pero un solo tiro en la cabeza te deja más que fuera de combate, y la barrera entre estar vivo y estar muerto se vuelve una cuestión de mera quimica. Por esto, como regla casera, gusto de hacer que un arma de fuego (no las blancas) que impacte en la cabeza, cause muerte automática.

Quizás a un rinoceronte le permitiria tambalearse y seguir luchando si es herido por un arma de fuego en la cabeza, hasta morir desangrado, pero desde luego, a una anatomía humana, creo que no hay debate en que un balazo en la cabeza es "tocado y hundido".



Según Slang, impactar en la cabeza es un -2 y un +4 de daño.
Según EO, un -2 y +3 de daño. Lo llama "cabezazo en la cara" pero se refiere al hecho de apuntar. (Los ataques de cabezazo a la cara, tanto en Slang como en EO ya incluyen este apuntado a la cara).

Entiendo que fuera de la tabla la maniobra deberia llamarse "Apuntar a la cara" o algo así, mas genérico, que no fuese estrictamente un cabezazo (sale en la tabla) si no un apuntar. Un apuntar diferente eso si, al apuntar a articulaciones o manos (otra maniobra, puede desarmar) o a los testiculos (una tercera maniobra, dobla el daño contundente). Pasa bastante en el manual que puedan estar mas claras algunas cosas, la redacción de Slang la veo mas categórica en ese sentido.   

Me parece bien para pelea, (prefiero el +3 al daño de EO, que el +4 de Slang) pero para balas si me parece necesario introducir este matiz casero. Deberiamos de tomar conciencia de lo que es un balazo en la cabeza, y de lo que las balas hacen.

jueves, 18 de octubre de 2012

44 minutos de pánico


Comentamos en el pasado sobre la equipación del LAPD. Tocábamos de pasada el tema del tiroteo de North Hollywood en el 97 como causante de una modernización en el arsenal del LAPD. Hoy quiero comentar una película (para TV) estrenada en 2003 que reproduce este tiroteo.

Son 2h de pelicula, en las que no debe buscarse trama secreta o buenas interpretaciones. Hay que ver esto con espíritu de quien quiere ver una reconstrucción no al detalle, como si de una cámara se tratase, pero si una que parece que tiene bastante fidelidad. Hay que verla casi como un documental. O quizás sea por que a veces los actores (nunca personajes reales) aparecen en medio de la peli como si fuesen los personajes reales recordando sus vivencias.

En cualquier caso, la pelicula tiene algo, acción, supongo, por que a mí al menos se me pasó antaño muy rápida y para básicamente ser 2h de unos tios inmunes a balas soltando ráfagas cercados por la poli, pues a mi al menos me entró muy bien en su día.  

¿Tios inmunes a balas? Si. Esa es la idea de todo esto. Esto va de un atraco a un banco, por parte de dos criminales violentos que ya habían pasado por la carcel entre el 93 y el 95 (de hecho, les habían devuelto incluso sus armas) pero que al salir continuaron liándola atracando un furgón blindado (95) y dos sucursales (96) levantando millón y medio de dólares. El 28 de Febrero del 97, atracaron otra sucursal (siempre del Bank of America, tipos de costumbres parece), encontrándose al salir con la policía, pero resultando que llevan mayor potencia de fuego que ellos (AKM con munición perforante importada, pero también un par de pistolas y otro par de rifles) y capas de ropa blindada que se habáin hecho en casa que las armas del LAPD no tenían potencia para atravesar. Y esto fué la esencia de todo, 2 encapuchados robustos, apretujados en blindaje, con armas automáticas de munición perforante, que podían ignorar los impactos de bala contra su blindaje, pero cuyos tiros no solo podían traspasar los chalecos antibalas de la policia, si no que directamente atravesaban los coches patrulla detrás de los que se parapetaban.

¿Que aporta a Slang? Todo. Creo que no puede entenderse LA sin entender los puntos clave de su cultura, como p.ej Watts en el 65, King en el 91, o sus terremotos (el de 1994 de 6.7 y el del 2008 de 5.8). Y el tiroteo de North Hollywood desde luego puede ser el centro de la historia del LAPD, es un complemento imprescindible para la información que Slang nos trae sobre la policía angelina.




martes, 16 de octubre de 2012

Operación Impulso (14)





Sofía 10:07 – 08:07 ZULU
Mansión Marinov, afueras de Sofía

Un gemido y un suspiro se perdieron entre el zumbido sordo de un televisor silenciado. Luego se escuchó el ruido de la cama de agua cuando Blagoy cambió de posición y finalmente se levantó. El hombre se dirigió al baño. En su desnudez podían distinguirse vestigios de las luchas propias de su oficio: cicatrices alargadas de cortes, arrugadas de quemaduras y, por último, las de bala, que parecían querer succionar su piel hacia el interior del cuerpo.

Se apoyó en el lujoso lavamanos de marfil y se miró al espejo. Por muy hermosas que fueran las cosas de las que estaba rodeado, él destacaba entre ellas por su hosquedad, por la brutalidad que se reflejaba ostensiblemente tanto en sus gestos como en sus ojos. Clavó la mirada en el sincero reflejo, odiándolo por un instante, preguntándose cuándo había perdido su Norte. Pero aquel súbito ataque de autoevaluación se esfumó pronto de sus pensamientos. Se inclinó y metió las manos bajo el chorro que bajaba del grifo. Se echó el agua por el pelo, oscureciendo su castaño claro natural, y terminó humedeciéndose la nuca, dejando que algunas gotas bajasen por su columna vertebral provocándole escalofríos.

Se giró un poco al presentir, más que sentir, cómo Filipa se acercaba. Luego miró su reflejo mientras pasaba a su espalda. La cara de la mujer no manifestaba la más mínima muestra de emociones. Pero Blagoy sabía que su entrenamiento podía ocultarlas bien, lo mismo que sabía que ella disfrutaba de aquellos encuentros casi tanto como él.

La mujer se metió en la ducha y él apartó la cortinilla traslucida para poder verla con total impunidad.

- Cierra la puerta – fue lo único que le reprochó ella -, tengo frío.

Él sonrió como un canalla, pero tras unos segundos atendió su petición. Se tomó la libertad de sentarse en uno de los armaritos de baño como si fuera un vulgar barriobajero; allí, sólo con ella, no tenía que fingir.

-¿Qué haremos con nuestra querida señora Galvech? – preguntó, recorriendo su cuerpo con la mirada.

- Supongo que lo que se espera que hagamos.

- No hemos recibido órdenes – respondió Blagoy.

- No creo que necesitemos una confirmación del protocolo – repuso ella.

Cuando cerró el grifo para enjabonarse, el hombre dejó que sus ojos siguieran el recorrido de las traviesas gotas que bajaron de su pelo a los pechos, de ahí alrededor del ombligo y más abajo, entre las piernas, descendiendo después por el muslo.

- Cierto – convino él.

Se deleitó en lo que se avecinaba. A Blagoy no le gustaba la sangre, ni se recreaba en provocar dolor a otros. No, lo que a Blagoy le embriagaba y extasiaba era el poder. Y para él, que se había criado en el peor barrio moscovita, el poder no residía en gobernantes, multinacionales ni militares. El poder era aquello que se sentía al hacer consciente a otro de que la voluntad de uno es lo que decide sobre su vida y su dolor. Ese era para él el estado puro del poder y nadie podría convencerle de lo contrario.

- Lo haremos nosotros – concluyó.

Filipa torció el gesto. Al contrario que su superior, ella no encontraba ningún placer en los aspectos derivados de torturar, le resultaba algo asqueroso. En la opinión de Blagoy, se engañaba a sí misma. En todo caso, tenía que obedecer sus órdenes, e incluso podía darle algunas razones lógicas para obligarla de mostrarse testaruda. Pero Filipa, como era costumbre, no presentó oposición explícita.

- Como quieras - accedió, comenzando a pasear la esponja por su cuerpo.

Blagoy la contempló cubrirse de la blanca espuma jabonosa. Se humedeció con la lengua el labio inferior, pensando que, efectivamente, a veces lo que se oculta excita más que lo que se deja a la vista. Se pasó la mano por la barbilla, sin perder ojo de la mujer, que volvió a abrir el grifo para aclararse el cuerpo, permitiendo que el agua perfilase las curvas que él había tomado en sus manos hacía pocos minutos.

Por un momento, se le pasó por la cabeza que se estaba limpiando de él, y ese pensamiento no le gustó. Se adelantó entonces bruscamente, como un animal en asechanza se lanza a por su presa. Los naturales reflejos de la mujer, acentuados por el duro entrenamiento al que había sido sometida, hicieron que se retirase a tiempo de su agarre, pero el poco habitual ring de lucha la hizo resbalar. Hubiese caído golpeándose la cabeza contra las baldosas de no haberla agarrado Blagoy violentamente, con fuerza, del brazo.

La sostuvo así un momento, dejando que ella viera en sus ojos la diversión, y luego entró a la bañera con ella, acechándola.

- ¿Otra vez? – pregunto Filipa duramente, molesta.

Blagoy sintió un instinto animal que le empujaba a darle un gruñido de advertencia, pero en cambio la acercó a sí por toda respuesta y presionó sus labios contra los de ella, penetrando con ansiedad en su boca, mordiéndole la lengua y rebuscando en los recovecos de su boca, mientras el agua caía como lluvia templada sobre ellos.

Y ella volvió a abrir sus piernas para recibirle, complaciente.



Con un buen humor inusual, suscitado sin duda por las circunstancias actuales y la buena noche que había pasado, Blagoy descendió por las escaleras que daban al sótano. Allí guardaba sus piezas de caza antes de convertirlas en verdaderos trofeos con sus propias manos. Allí esperaba Lina Galvech.

La desdichada esposa de Todor empezaba ya a sufrir visiblemente los efectos del encierro. Su pelo sucio y enredado enmarcaba un rostro macilento y ojeroso, sus ojos estaban enturbiados y sus hombros doloridos caían bajos sin fuerza para sostenerlos, sus muñecas estaban hinchadas y en carne viva. Cuando Blagoy entró vio que le dirigía una mirada de desconcierto, como si realmente no supiera quién era o qué hacia allí.

Aquello iba a ser demasiado fácil.

- Buenos días, señora Galvech – Blagoy lanzó una sonrisa siniestra, tan afilada y precisa como la punta de una flecha.

- ¿Es de día ya? – preguntó la mujer.

El sótano era completamente cerrado, no podía entrar luz alguna del exterior. Se hubiera guiado por las comidas si se hubieran dignado a llevarle algo de comer, pero tampoco había podido. El dormir y el despertar también hubiesen podido darle una inexacta idea, pero la habían negado el sueño, manteniendo la potente luz del foco encendida y pasando a cada hora a hacer ruido para asegurarse de que no descansaba.

- Oh, sí, señora, es de día – dijo con voz fingidamente paternalista el hombre. Luego se echó a reír.

Los escalones volvieron a sonar, no con graves chillidos de madera como cuando bajó Blagoy, sino que el punteo firme de los tacones de Filipa, sonido que reverberó en toda la estancia con un eco lúgubre.

- ¿Ha estado meditando sobre la posibilidad de darnos alguna pista sobre su marido, señora Galvech? – preguntó la mujer, acercándose a un armario bajo de donde cogió unos guantes de látex. No le gustaba mancharse las manos.

- No sé nada de mi marido – insistió la interrogada obstinadamente.

- Lo tenían todo preparado… Al menos hasta el límite de sus conocimientos. Seguro que había un punto de encuentro y una vía de escape preparados por si llegaban a separarse – insistió la agente, acercándose a la mujer.

Verdaderamente daba igual si hablaba ahora o no. En aquellos momentos podía intentar engañarles, mientras que, dentro de unas horas, diría cualquier cosa que quisieran saber. No tenían tiempo de seguir pistas falsas, así que la señora Galvech no iba a librarse de aquella sesión de tortura. Blagoy la miró expectante, sintiendo cómo se le erizaba el vello de la nuca, sensación que luego se extendió al resto del cuerpo. Pronto rendiría su voluntad.

Sin preguntarle nada, Blagoy se dirigió hacia su mesa de trabajo, donde solía disecar los trofeos de caza, y miró los objetos allí tendidos. Pinzas, tijeras, tenazas, cuchillos, sal para desecar, un mechero Bunsen… Se sentía como un niño en una tienda de golosinas. Sin embargo, aunque disfrutase del trabajo de desmoronar a otros, ante todo era un profesional. Se decantó por un líquido anticongelante que mantenía las presas intactas mientras las trabajaba.

Agarro la cabeza de la señora Galvech, tirando del pelo hacia atrás para que mirase al techo.

- Trae el embudo, sobre la mesa – indicó Blagoy.

Filipa se lo acercó, solícita.

El hombre intentó introducirle el embudo entre los dientes, pero la mujer era verdaderamente testaruda. Sin necesidad de que se lo ordenase, Filipa tendió un cincel a Blagoy, el cual lo usó para romper certeramente uno de los incisivos de la mujer en un golpe brutal que partió también su labio superior en dos.

Lina Galvech gritó y se debatió, pero desde luego no le sirvió para nada más que para reabrir las heridas de sus muñecas y tobillos. Blagoy introdujo el embudo y la hizo beber una porción comedida de anticongelante. Después la soltó. Sabía que aquella era una de las formas más rápidas de debilitar a alguien.

Lina vomitó de inmediato, tanto deliberadamente como por instinto. El anticongelante le quemaba en la herida del labio y el hueco del diente. Vomitó y siguió con arcadas mientras Blagoy escogía su siguiente juguete. En este caso, fue un cuchillo afilado.

- Dígame, señora Galvech. ¿Tiene usted algún tatuaje?


jueves, 11 de octubre de 2012

Los 3 días del cóndor


Vieja película (1975) de Pollack y Redford (y Dunaway y Von Sydow) basada en un libro, en la que Redford interpreta a Turner, un trabajador de la CIA cuyo código de identificación es Cóndor. Como él mismo dice, no es un agente, solo trabaja para ellos. Bajo la tapadera de una Sociedad de estudio de literatura, se dedica en NY a leer todo lo que pueda ser interesante, libros, periodicos, revistas...  buscando posibles mensajes que pudiesen estarse intentando transmitir. Si un libro tiene una publicación extraña por los paises donde se edita, o algo llama la atención sobre cualquier publicación, lo leen y lo revisan buscando posibles mensajes ocultos.

Todo marcha bien hasta que un día encuentra asesinados a todos sus compañeros de oficina, e incluso el único que no había acudido a trabajar, aparece asesinado en su casa también. Turner alerta a la CIA de lo sucedido, y solicita la ayuda de la agencia ya que es el único superviviente.

A partir de este punto, la desconfianza de Turner, y los sucesos que comienzan a desencadenarse le llevan a quedar aislado, sin entender lo que esta sucediendo y si puede confiar en la agencia para la que trabajaba. Serán 3 días de aventura para Turner mientras intenta salir adelante resolviendo su situación.



La peli está bien, tiene trama, y se deja ver 37 años después (yo no la conocía, pero es una especie de clásico). Von Sydow en un papel muy suyo, como nó.
No me gustan dos detalles de la cinta, que un tipo secuestre a una a punta de pistola para quedarse en su casa, e incluso así acabe liándose con ella, yq ue será el 75, será el año que sea, pero vemos en un momento dado demostrar que cierta empresa es tapadera de la CIA comprobando que, atentos, el número que sale en la tarjeta de esa empresa, es el mismo múmero que el que sale en la guia telefónica de la CIA. Que la CIA salga en la guía con un teléfono público si es veridico, me refiero a la otra parte, que las tapaderas de la CIA compartan número de teléfono.

Pero por contra, me gustó bastante la evolución de Turner al descubrir el asunto, humana, mas que de ActionMan, y la escena en la que descubre los cadáveres de sus compañeros de oficina me pareció creible.

¿Que nos aporta a Eyes Only? 4 conceptos. El truco de disfrazarte de cartero y que tu boli no pinte para entrar a una casa cuando el cliente entra a coger otro, el truco de secuestrar a una e inmovilizarla para poder pegar una cabezada, y tener un ordenador al que dar instrucciones por voz a través de teléfono para que te traduzca marcaciones analógicas grabadas, a su respectivo número. Esto impacta mas en un mundo setentero, a lo Capitán Crunch, pero es reutilizable en el siglo 21, con ordenadores que realicen bajo comandos de voz tareas mas complicadas, pero la idea es esa, llamar a un ordenador que te ofrezca servicios.

Por encima de esto, el concepto de rastrear las publicaciones. Igual que los agentes no de campo pueden rastrear dinero, mantener pisos francos, o servir de contactos, otros podrían rastrear publicaciones, fisicas o digitales, buscando la difusión de mensajes de otras agencias. Esta suele ser otras de las muchas áreas de la inteligencia de las que solemos olvidarnos.


domingo, 7 de octubre de 2012

Operación Impulso (13)





Sofía 08:32 – 06:32 ZULU
Apartamento de los Tumánova, Sofía

Plamen Dimov miró los últimos minutos de la noticia. Su brazo había quedado pendido en el costado, inerte, y el pedazo cortante de cerámica que llevaba en la mano se le había escurrido de entre los dedos. Yevgueni había dejado de reírse y ahora miraba hacia el techo con aspecto de estar muy concentrado en Dios sabe qué. Piotr parecía absorto aún, mirando la pantalla del televisor sin verla.

La lluvia aún repiqueteaba fuera contra un refuerzo de chapa cercano. Plamen parpadeó, irguió los hombros y repasó mentalmente el código de actuación en esta situación, prevista pero improbable.

Más que probablemente, el agente Tumánova no tendría conocimiento de la instalación subterránea que habían construido tres años atrás como cuartel provisional en caso de desastre. Esto podía beneficiarle.

Dimov se adelantó, saliendo a la vista de los dos hermanos sin que ellos cayeran en la cuenta de que le habían dejado bien atado en el suelo. Apagó la televisión, que fundió la pantalla a negro con un pitido sordo, y se encaró a Piotr.

– Muy bien, necesito que me contestes a unas cuantas preguntas.

Piotr le miró, parpadeando, pero Yevgueni estuvo más despierto esta vez.

– ¡Eh! Tú eras nuestro prisionero, no eres de fiar. ¿Por qué íbamos a hacerte caso ahora, eh?

– Díselo tú, agente Piotr Tumánova – dijo Dimov, sin apartar la mirada de sus ojos ni un instante.

– En nuestras circunstancias actuales… –comenzó a responder– no tenemos forma de encontrar la nueva sede. Tampoco estoy en conocimiento del lugar de asilo de otros agentes. Tengo acceso a un par de pisos francos, pero he pasado varias veces por ellos y siempre estaban vacíos.

– ¿No tienes alguien a quien llamar o algo así? – preguntó Yevgueni.

– No, no debía ponerme en contacto con ellos. Eran ellos lo que en todo caso debían contactar conmigo.

– Vaya mierda de organización – resopló su hermano.

– Son medidas de seguridad, Yev – Piotr se frotó los ojos, cansado.

– Pues te dejan en la estacada.

– Las misiones son prioritarias, no los agentes.

Hubo silencio durante unos minutos, luego Piotr tomó otra vez la palabra.

– Supongo que tú sí conoces el procedimiento actual –Plamen asintió en silencio–. De acuerdo, en ese caso pregunta, agente Dimov.

–¿Hay posibilidades de que la Fuerza Roja, a donde estabas destinado, os busque?

–No tienen razones para pensar que estamos vivos. Después de la explosión de la bomba, sería lógico pensar que morimos con el resto de nuestros compañeros – contestó Piotr.

Poco a poco, su mente se iba despejando, recuperando los conocimientos y retomando la actitud que le fueron inculcados durante su largo entrenamiento. Los métodos y el modo de pensamiento fueron desempolvándose en su cabeza, haciendo que recordara no ya los datos sino la manera de procesarlos y encararlos.

– ¿Serás capaz de controlar a tu hermano en una situación crítica? –preguntó Plamen sin contemplaciones.

Piotr sabía que si respondía negativamente, el agente Dimov se desharía de Yevgueni más pronto que tarde. Un lastre así no podía acarrearse en una situación tan delicada como en la que se encontraban.

–Sin problemas –mintió sin inmutarse.

–¿Estás seguro?

–Aunque no sea un agente, ha recibido entrenamiento paramilitar. Está acostumbrado a la tensión y el peligro por las misiones. No se derrumbará.

–¿Y la disciplina? –preguntó Dimov.

Piotr se volvió hacia su hermano, echándole un rápido vistazo. Aunque nunca había sido demasiado obediente, y dado el estado alterado en el que se encontraba aún peor, no podía decirle eso a su compañero agente.

–Responderá ante mí.

–¿Y ante mí?

–No –Piotr se volvió para mirarle, con intensidad–. Pero responderá ante mí, y yo ante ti, mientras garantices nuestra seguridad –dijo, remarcando ese “nuestra” para que quedase claro que, de pasarle algo a Yevgueni, rompería la cadena de mando.

De todas formas, se preguntaba que quería Dimov de ellos. Después de todo, las posibilidades de huir de la agencia él sólo eran esas casa, pero si además tenía que cargar con ellos resultaría imposible. Sus ideas se sacudieron para darle una nueva perspectiva. La única razón para que Dimov les uniera a sí sería porque necesitase un equipo. Si necesitaba un equipo, tenía que tener algún plan en mente. ¿Acaso pretendía hacer algo en contra de la agencia? Si llegaba a ser así, Piotr no se lo permitiría. No porque tuviese un especial cariño a la I.A.B., sino porque sabía que era un suicidio.

Fuera volvió a llover con fuerza, haciendo que un manto de agua ocultase el exterior. A pesar de ello, Yev se acercó tambaleándose hacia la ventana. Apoyó la cabeza contra el cristal frío que, en contraste con su frente caliente, hizo que le recorriese un escalofrío.

Mientras su hermano y ese hombre –al que no conocía más que de haber sido golpeado y electrocutado por él– hablaban de cosas que no comprendía, se sintió como un juguete roto, una marioneta que de repente había descubierto que unos hilos le movían, marcando sus pasos, conduciéndole por un camino que hasta entonces él pensaba que había elegido por decisiones propias.

Se preguntó hasta qué punto su hermano había influido en ello, hasta que punto le había manipulado. ¿Y si sus superiores hubieran llegado a ordenar la destrucción de la Fuerza Roja? ¿Qué habría hecho su hermano mayor con él en ese caso?

Cerró los puños sin hallar una respuesta clara. Entre la neblina provocada por las drogas, que le impedía ver las cosas con claridad, igual que la cortina de agua entorpecía la visión de la calle, sintió que su hermano le había traicionado, y se preguntó si no debería hacer él mismo.