sábado, 25 de agosto de 2012

Operación Impulso (8)




Sofía 23:23 – 21:23 ZULU
Apartamento de los hermanos Tumánova, Sofía

Viéndole sacudirse al borde de la muerte, Piotr se reafirmó en algo que se había estado cuestionando desde hacía un tiempo: Quería a su hermano. Sí, había perdido mucho por protegerle, pero aun así sentía una casi enfermiza necesidad de ayudarle. Se estremeció al comprender que no tenía más opción que soltar su arma; realmente no la tenía.

Así que extrajo el cargador y deslizó la corredera dejando caer la bala de la recámara. Luego apoyó la pistola en el suelo y se la acercó al agente con una suave patada, haciendo que se deslizase por el suelo. El cargador lo tiró encima de la mesa. Por último levantó las manos.

- Ya está – informó.

Dimov dejó que la presión de su dedo en el botón en forma de gatillo que tenía el taser disminuyera, hasta que la electricidad dejó de recorrer el cuerpo del pequeño de los Tumánova. Había un cierto hedor rancio que se mezclaba de forma desagradable con el olor a pelo y grasa quemados.

El agente no separó el arma del cuerpo de Yevgueni.

- Hoy no he tenido un buen día – informó a Piotr.

El hermano mayor demostró una vez más su aplomo al comentar:

- No vienen refuerzos. Así que ha venido aquí en misión, bien para matarnos o bien para hablar, pero no a detenernos.

Los gemidos de Yevgueni se dejaban oír débilmente. Se había mordido la lengua y la sangre que le bajaba de la nariz se mezclaba con la que salía de su boca. Tenía los ojos cerrados con fuerza y no parecía con intención de abrirlos.

- Correcto. Necesito la respuesta a una pregunta muy simple.

- Pregunte entonces – Piotr mantenía las manos levantadas y lo suficientemente alejadas de su cuerpo como para que el agente pudiese reaccionar en caso de querer hacer algo.

- Según me he informado, sois miembros de la Fuerza Roja.

- ¿Cómo lo sabes? – preguntó Piotr, tratando de ganar tiempo.

- Todo resulta cada día más sencillo, Tumánova, especialmente ahora que hay cámaras casi en cada esquina. Y la identificación de ADN cada vez requiere menos cantidad para su reconstrucción de cadenas. Ahora, la pregunta. Imagino lo que quería la Fuerza Roja enviándoos allí, admito que es un jugoso juguetito. Ahora bien, no sé si lo conseguisteis. ¿Os llevasteis el portátil del doctor Galvech?

- Ni siquiera llegamos a entrar en la casa. Vinieron los otros – contestó Piotr -. Los de la bomba.

- ¿Y quiénes eran ellos?

- No lo sé.

- No me estás alegrando mucho este mal día, Tumánova – apuntilló Plamen Dimov, jugueteando con el dedo, dando leves golpecitos al gatillo del taser.

- No sabemos nada. Nos enviaron allí. Fuimos a hacer un trabajo y fracasamos. Es todo.

- ¿No te parece extraño que convergiéramos los tres bandos al mismo tiempo?

El Tumánova miró a su hermano. Poco a poco recuperaba una respiración menos jadeante.

- Sí, me lo parece – convino.

- ¿Tampoco tienes idea de cómo pudo pasar eso?

Piotr negó con la cabeza.

- No, no lo sé.

El agente Dimov se quedó meditabundo por unos minutos. Luego guardó el taser y cogió su pistola. De un solo golpe, encajó el silenciador en su sitio. Sin información, aquellos dos estúpidos miembros de una organización semi-terroristas no le eran de utilidad.

Piotr se alarmó, consciente de lo que estaba a punto de pasar, pero sin saber cómo detenerlo. Miró a su hermano tembloroso por las descargas, echado en el sofá aún sin abrir los ojos. Dimov le apuntó primero a él. Piotr sabía que decirle que esperase no serviría de nada.

- ¡IAB! – dijo, en cambio.

Consiguió captar la atención de Dimov, que le miró ladeando ligeramente la cabeza con curiosidad. Por supuesto, las grandes organizaciones criminales conocían la agencia tras la agencia, su nombre e incluso algún dato más. Pero la Fuerza Roja era demasiado pequeña en su país, demasiado insignificante, como para disponer de ese dato. Piotr tenía las manos a medio alzar, pidiendo calma.

- Eres de la IAB ¿verdad?

- ¿Cómo conoces ese nombre? – preguntó Dimov, curioso, aún pensando en sus obligaciones como agente más que en el hecho de que ahora estaba huyendo de esa misma agencia.

- Escúchame – pidió el Tumánova -. Fui destinado a la Fuerza Roja hace años, seguramente tú no habías ingresado aún. Soy un infiltrado dormido, todo indicaba que la Fuerza Roja se convertiría en un peligro para Bulgaria, pero no ha sido así y llevan meses tratando de dar por zanjado el asunto, ya que en Sofía el movimiento no parece haber cuajado. Sólo quieren asegurarse, pero soy un agente de la IAB, como tú.

Dimov le miró con total desconfianza y luego se volvió hacia su hermano, que parecía ir abriendo los ojos y orientándose poco a poco.

- ¿Y tu hermanito?

Piotr tardó unos segundos en contestar.

- No, mi hermano no. Cuando él ingresó a las Fuerzas Rojas me consideraron especialmente adecuado para esta misión.

Dimov pasó a apuntarle a él.

- Llama a tu jefe – insistió Piotr -. Consúltalo con él. Y deja que lleve a mi hermano a un hospital.

- No puedo llamar a mi superior – respondió Dimov.

Y era cierto, no podía.

- De acuerdo. Deja que te lo demuestre – pidió Piotr.

Con movimientos calculadamente lentos para no sobresaltar a quien le apuntaba, se agachó y recogió del suelo uno de los pedazos de la taza que su hermano había tirado sin querer. La cerámica rota tenía un borde afilado. Abrió la boca y se introdujo el cortante filo. Con un movimiento rápido, se hizo un corte en el cielo de la boca, cerca de las encías.

La sangre empezó a caer en abundancia, pero Piotr no se permitió escupir hasta que hubo sacado el dispositivo de identificación: un disco de plástico, de un diámetro no más grande que un balín de aire comprimido y fino como una hoja de papel. Se lo entregó a Dimov, que ya se había arremangado.

- Eran un poco grandes entonces – comentó Dimov, recogiendo el disco con cuidado de no dejar de apuntarle.

- Eran otros tiempos – contestó Tumánova.

El agente pulsó uno de los botones de su reloj y pasó sobre la pantalla el disco, a cierta distancia. El dispositivo lanzó un pitido idéntico al de cualquier reloj de muñeca convencional, pero Dimov sabía lo que significaba ese pitido. El identificador era correcto y estaba activado. El identificador se desactivaba en el momento en que pasaba más de veinte segundos alejado del contacto del ADN de su agente portador, de ese modo la agencia se aseguraba de que nadie los robara y suplantase la identidad de sus agentes. El método era sencillo, pero bastante eficaz.

Dimov le devolvió el disco, que Tumánova se apresuró a colocar en su lugar. Luego bajó el arma. No podía negar la evidencia, estaba frente a un compañero agente. No sabía si eso debía aliviarle o preocuparle. No obstante, llevaba años como durmiente. A veces, eso les hacía cambiar de opinión, y de bando. Debía ir con cuidado, pero no olvidaba que hacía unas horas, en Lozenets, él hubiese podido matarle y no lo hizo. Consideró que merecía un voto de confianza.

Y mientras pensaba aquello, Piotr se tensó y gritó el nombre de su hermano, que había sacado de la funda del sofá el bate de madera que allí guardaban, el cual hizo sonar con un golpe seco contra la nuca de Dimov, que cayó redondo al suelo lleno de cortantes pedazos de cerámica que rasgaron su piel, haciendo que su sangre se derramase por toda la alfombra.


sábado, 18 de agosto de 2012

Operación Impulso (7)




Sofía 22:47 – 20:47 ZULU
Parque del zar Osvobodi

Piotr y Yevgueni Tumánova pasaron frente al monumento erigido en memoria de los soldados del ejército rojo. Las figuras medio agachadas parecían estar internándose en territorio enemigo sigilosamente. Ninguno de los dos hermanos conocía la historia de aquel monumento, ahora adornado con graffitis. Tampoco les interesaba una mierda, a decir verdad. Ni tenían tiempo para pensar en ello.

Yevgueni había dejado de sangrar por la nariz, y su hermano le había hecho un arreglo que tendría que servir. Aun así, la cara roja e hinchada no pasaba desapercibida, pero parecía mimetizarse con el entorno. El barrio en decadencia estaba plagado de gente que se dedicaba a pelear, a veces por simple diversión, otras veces por apuestas, en ocasiones para ajustar cuentas y a menudo sin motivo aparente.

El hogar de los Tumánova no estaba lejos, a penas a cuatro manzanas de allí. A pesar de ello, Piotr tuvo que repetirle tres veces a su hermano que dejase de gimotear, que pronto llegarían a casa y le proporcionaría un chute de morfina.

El apartamento era un antro, un lugar insalubre que formaba parte de un piso más grande, deliberadamente dividido para poder cobrar varios alquileres. No era extraño que se fuera la luz o el agua fuese cortada por un par de días, pero Piotr agradeció que esta no fuese una de esas muchas ocasiones. Sobretodo porque su hermano no paraba de quejarse. Más que la nariz, lo sabía bien, lo que tenía herido era el orgullo.

Yevgueni no tardó en hacerse con su prometida dosis por cuenta propia. Piotr le miró con gesto pensativo. Sabía que el dolor no era lo único que le motiva a drogarse.  Podría culpar de la adicción a la presión que soportaban, pero lo cierto es que su hermano siempre había sido demasiado influenciable, y aquel barrio era un ambiente peligroso para una persona de tal carácter. Se preguntó qué pensarían sus compañeros del movimiento si llegasen a enterarse de su pequeño secreto, que tanto se esforzaba en ocultar.

Piotr tampoco se abstuvo de dedicarse a su propio vicio, así que sacó del armarito una botella entera de Vodka y no se molestó en coger un vaso, sino que bebió directamente de ella. Cuando se había echado al suelo, antes de que la bomba estallase, su mandíbula había chasqueado contra la acera. Notaba un diente suelto y el alcohol le quemaba la boca, especialmente en ese punto. Pero no le importaba.
Ambos quedaron abstraídos, cada cual inmerso en su propia droga.

- Piotr – dijo repentinamente Yevgueni, con voz cansina y el cuerpo desmadejado en el viejo sofá.

- ¿Mmm? – su hermano no se molestó en usar una palabra inteligible.

- ¿No estás cansado de esto?

- ¿Cansado de qué?

- Del movimiento. De los saludos a la bandera al amanecer. De esta mierda de tugurio. De todo, hermano.

Piotr se dio la vuelta y le miró. Quizás le estaba poniendo a prueba. Llevaba tiempo esperando que algún compañero le preguntase algo así, pero no había esperado que fuese su propio hermano. Por otro lado, quizás la morfina le estuviese soltando la lengua. Si sus palabras eran sinceras, quería apoyarle, quería que dejase aquella locura en la que ambos se habían visto inmersos por su culpa; pero si no era así, si sólo quería asegurarse de la lealtad que profesaba hacia las Fuerzas Rojas, mentirle podría ser un suicidio.

¿Sería capaz su hermano de matarle? ¿O, lo que es lo mismo, delatarle a sus superiores?

¿Y él? ¿Sería capaz de arriesgar su pellejo para intentar sacar a su hermano del movimiento?

Aún estaba decidiéndose cuando la luz se fue.

- Joder. Lo que te decía: Una puta mierda de cuartucho – Yevgueni le dio una patada a la mesa baja que tenía frente a sí, y los platos de los últimos tres días tintinearon chocando entre ellos. Una taza de cerámica cayó al suelo y se rompió en pedazos.

- La hostia, Yev. De puta madre, hermano – se quejó Piotr.

- Yo lo recojo – refunfuñó Yevgueni, haciendo un esfuerzo por incorporarse.

- No, déjalo. Capaz eres de cortarte.

Piotr se levantó a ciegas y cogió la pequeña linterna del cajón. Era una linterna con dinamo, y tuvo que hacer girar la manecilla durante un par de minutos antes de encenderla. La luz que daba era insuficiente, pero no tenían otra cosa. Fue hasta la cocina.

- ¿Dónde mierdas está la escoba?

- ¡La saqué al balcón!

- ¿Y por qué cojones la sacaste al balcón? – gritó Piotr, malhumorado.

Aun así, fue a la pequeña terraza, donde apenas cabía él de pie.

Lo primero que oyó fue el chirrido de la puerta, pero pensó que, como siempre, la corriente la habría abierto. Seguramente se habían olvidado de echar los cinco cerrojos que la mantenían en su sitio. Sin embargo, sus años de adiestramiento y una especie de actitud que acompañaba siempre a los que se dedicaban a lo que él, le hizo quedarse quieto y guardar silencio, apagando la linterna. Prestó oído y el silencio le dijo más que cualquier sonido que pudiese haber escuchado. Algo ocurría, algo que no podía ver ni oír, pero que sentía nítidamente.

Luego escuchó la maldición que profirió su hermano, una maldición que podía hacer sido causada por cualquier cosa sin importancia, pero por el tono de miedo y rabia Piotr supo que iba más allá de una nimiedad. A pesar de su inquietud, dejó suavemente la escoba, sin hacer ruido, y con el mismo sigilo se acercó a la puerta de la minúscula cocina, escuchando de camino el forcejeo.

Yevgueni no estaba en condiciones de presentar batalla por lo que Dimov no tuvo problemas para reducirle. Para cuando el agente había llegado hasta el pequeño de los Tumánova, éste apenas había tenido tiempo de levantarse, sintiendo sus movimientos ralentizados por la morfina. Luego Dimov le golpeó en la cara, limpiamente, agravando de un plumazo la nariz rota que tanto le había costado arreglar a Piotr.

Una vez había caído a plomo en el sofá, Dimov había sacado el taser y, aunque Yevgueni había luchado por defenderse, el agente había logrado con cierta facilidad darle una descarga eléctrica. Piotr, desde la puerta, vio sus espasmos a la luz azul e irregular de los chispazos. No sabía si Dimov era consciente de su presencia en la casa así que, con una calma envidiable, sacó la pistola y le apuntó.

La oscuridad y los movimientos espasmódicos de su hermano no le daban ninguna seguridad, tenía miedo de herirle a él en lugar de acertar al agente. Y como si Dios le hubiese escuchado, aunque Piotr era ateo, la luz regresó. Sin embargo, esa luz delató su posición, arrojando una sombra que perfilaba perfectamente su silueta sujetando el arma, por lo que resultó más un inconveniente que una ayuda. Por un momento, Piotr se preguntó si de verdad había sido un acto divino de castigo por su ateísmo.

- Yo que tú no lo haría, Tumánova – advirtió Dimov -. Te prometo que mi último movimiento será para apretar más fuerte este gatillo. La presión necesaria no es mucha, te lo aseguro. ¿Y sabes qué pasará entonces?

- Que la descarga será letal – respondió casi mecánicamente Piotr.

- Correcto. Ahora no lo es, pero te aseguro que si permanece así un minuto más, le matará. Así que dime: ¿Vas a dejar esa pistola en el suelo?

- ¿Y luego qué? ¿Nos llevarás al cuartel de inteligencia? ¿A seguridad nacional? – siguió mirando a Yev, que continuaba con sus convulsiones agónicas.

- No estoy… de servicio – respondió enigmáticamente Dimov. Luego le apremió -. No le queda mucho tiempo a tu hermano. ¿Qué va a ser?


El legado de Bourne


Cuarta parte (2012) de la ¿trilogía Bourne?. En esta han cambiado de director, y fuñe muy comentado que Damon no repitiría, por lo que enseguida empezaron las criticas de que nadie mas podía ser Bourne y que la trilogia necesitaba a Damon. Yo estoy deacuerdo en no cambiar actores, aunque a una mala, poder se puede, aunque pega al ojo, claro.

viernes, 17 de agosto de 2012

Testigos (no tan) protegidos


México. La Procuraduría General de la República (PGR) inició una averiguación previa luego de que en un cateo a una papelería de Matamoros, Tamaulipas, encontró expedientes judiciales que contienen datos de testigos colaboradores, quienes decidieron declarar contra integrantes del crimen organizado.

Funcionarios de la dependencia revelaron que la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) informará a la autoridad judicial, con el propósito de que colabore en el caso y ayude a determinar cómo llegaron esos expedientes de procesos en curso a manos de presuntos criminales.

El hecho se da a unos días de la detención de Juan Carlos de la Barrera Vite, empleado administrativo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quien fue acusado por la PGR de proporcionar información sobre los testigos colaboradores que han declarado contra Felipe Cabrera Sarabia, El Ingeniero, jefe de escoltas del líder del cártel de Sinaloa, El Chapo Guzmán.

De acuerdo con jueces federales consultados, los únicos que tienen acceso a esos expedientes, además del personal del juzgado, son los agentes del Ministerio Público federal. Aclararon que los juzgados están impedidos a sacar dichos documentos, a menos de que exista un requerimiento judicial, pero solo para presentarlos en otro recinto judicial.

También subrayaron que las instalaciones de los juzgados tienen sus propios centros para fotocopiar documentos, precisamente para evitar su traslado a otros inmuebles u oficinas independientes.

Lo anterior tiene como propósito impedir que la información de los procesos en curso se filtre y ponga en riesgo a quienes declaran contra presuntos delincuentes.

Según el artículo 14 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, se considera información reservada los expedientes judiciales y los procedimientos administrativos seguidos en forma de juicio, en tanto no hayan causado estado.

Los funcionarios de PGR mencionaron que el cateo se realizó a partir de denuncias anónimas que alertaron sobre la presencia de sospechosos, quienes constantemente llegaban a la papelería mencionada con “grandes paquetes”, presumiblemente droga y armas.

Al inspeccionar el lugar, tras obtener una orden judicial, se hallaron tomos de expedientes de asuntos que están en curso y que cuentan con sellos judiciales.




Fuente: El Blog del Narco


miércoles, 15 de agosto de 2012

La Ruleta


Deciamos en Julio que hay juegos donde la habilidad juego no debiera ser relevante. Citabamos algunos casos, entre ellos la ruleta. Estaba yo leyendo el JdR James Bond, cuando veo que este incluye juegos, culturilla de casinos, etc. Esto despertó mi interés y me puse a mirar como era esto de la ruleta.

Las apuestas

El momento de colocar las fichas en el tapete para realizar la apuesta se abre cuando el croupier dice "Hagan sus apuestas" y pone la ruleta a girar, y termina cuando indica "No va más" y lanza la bola. Para hacer una apuesta, colocas tu(s) ficha(s) en el número(s), color o grupos a los que quieres apostar. Para la mayor parte de las apuestas es bastante obvio; por ejemplo, “rojo” quiere decir que apuestas al rojo, y también hay expresiones como "Impar" o "1-18". No hay que hacer sólo una clase de apuestas por cada tirada; puedes hacer varias, y ganarás si la bola acaba en cualquiera de tus números.

La mesa de ruleta suele imponer apuestas máximas y mínimas, y estos límites suelen aplicarse de manera independiente para todas las apuestas “interiores” y “ exteriores” de un jugador, en cada tirada (en las apuestas exteriores, cualquier apuesta que hagas debe llegar al mínimo de la mesa. Las interiores pueden ser todo lo pequeñas que tú quieras, mientras el total de dichas apuestas cubra el mínimo de la mesa). Para las apuestas “interiores” en las mesas de ruleta, algunos casinos pueden emplear fichas de mesa de colores variados para distinguir a los jugadores.

Hay ruletas con doble cero, o sin doble cero, y p.ej, si la mesa no tiene doble cero, no existe la posibilidad de apostar "A cinco".

En la jerga, el famoso "Tanto a 1" (35 a 1, 2 a 1, 1 a 1...) lo que significa es que siempre recuperas lo apostado, y además se te premia con la cantidad indicada. P.ej, un 35 a 1, a apuesta de dolar, te devolverá lo apostado (un dolar) más 35 veces esa cantidad, en total, 36 dolares, con lo que ganas en esa bola 35. A apuesta de dolar, una apuesta 1 a 1, te devolverá tu dolar jugado, mas 1 vez esa cantidad, con lo que te llevas 2 dolares. No confundir el 1 a 1, con el 2 a 1, en el que te llevarias 3 dolares, 1 a 1 puede considerarse un doble o nada, vulgarmente hablando, mientras que un 2 a 1 sería un triple o nada.

Apuestas interiores

Las apuestas interiores son todas las apuestas que se hacen sobre los números 0-36.

Pleno: Apuestas a un sólo números. La ficha se coloca en el centro del recuadro de un número. Esta es la apuesta que más se paga; 35 a 1. El 0, o 00 si lo hay, cuenta como un número más.
Dobles, Caballo, o Dividida: Una apuesta a dos números correlativos, en sentido vertical u horizontal (por ejemplo, 14-17 u 8-9). La ficha se coloca en la línea bajo los números. Se paga 17 a 1.
Calle: Apuestas a tres números en una sola línea horizontal. La ficha se coloca en el borde de la línea de un número, y al final de la línea (a la derecha o a la izquierda, dependiendo del diseño). Se paga 11 a 1.

Esquina, o cuadro: Apuesta a cuatro números que forman un cuadro (como 11-12-14-15). La ficha se coloca en la intersección horizontal y vertical de las líneas entre los cuatro números, y te pagan 8 a 1.
A Cinco: La única apuesta de cinco números que puede hacerse es con los números '0', '00', 1, 2 y 3. Coloque su ficha sobre la línea exterior que divide los números '0' y 1. Si gana se paga 6 a 1.
Línea seis, o Seisena: Una apuesta a dos calles correlativas, con la ficha colocada en la intersección correspondiente, como si fuera en el centro del lugar donde se colocarían dos apuestas de calle. Se paga 5 a 1.

Apuestas exteriores

Las apuestas exteriores son las que se hacen en la parte de la mesa que está más cerca de los números, y reciben pagos más pequeños, pero tienen más oportunidades de ganar.

Falta: apuestas a que sale uno de los primeros dieciocho números (1 a 18).
Pasa: apuestas a que sale uno los 18 últimos números (19 a 36).
Rojo: apuestas a que sale cualquier número de casilla roja
Negro: apuestas a que sale cualquier número de casilla negra
Par: apuestas a que el número ganador será par
Impar: apuestas a que el número ganador será impar.
En estas apuestas se paga 1 a 1, y los ceros no cuentan como dentro de ninguna de estas condiciones.
A docena: apuestas al primero (1-12), segundo (13-24) o tercer grupo (25-36) de doce números.
A columna: apuestas a todos los 12 números en cualquiera de las 3 líneas verticales (como 1-4-7-10, o hacia 34). La ficha se coloca en el espacio bajo el número final de la serie. Estas apuestas se pagan 2 a 1.

Lanzando la bola

James Bond JdR incluye para las apuestas tipicas su probabilidad percentil (aunque dice de sumarle la habilidad del jugador, lo que para mi es un error). Sinembargo este sistema pierde, practicamente no vale, cuando el PJ puede hacer varias apuestas, y no sirve cuando hay varios PJs apostando. En estos casos ya no te vale si sale o nó una apuesta concreta, si no que necesitas ver que ha salido exactamente (para ver quien gana). Tan facil como, teniendo 37 o 38 casillas la ruleta, generar el numero premiado lanzando 1d100 en el que cada 2, representen una casilla. P.ej, 1-2 son el 0, 3-4 el 00, 5-6 el 1, etc hasta el 74-75 que será el 36. Resultados por encima de 75 toca repetir.

Sabiendo el número premiado,se necesita tener una imagen de un tapete, ya que el color de los números (alguien ha podido apostar a color) no se correlativo como puediera pensarse.
Además, si estamos roleando la ruleta, tener la imagen de un tapete es imprescindible para ver que números entran en cual de las tres columnas, hacer apuestas interiores.

Variaciones

Hay diferentes versiones de estas reglas. En primer lugar, algunas mesas usan la jerga francesa del juego. En segundo lugar hay varios tipos de ruletas y tapetes de juego.

La americana. En estas mesas, no hay 00, son 37 casillas. La apuesta al 0, pierde en apuestas exteriores pero se devuelve la mitad.

La americana con doble cero. En estas mesas, hay 00, son 38 casillas. Permite la apuesta "a cinco", y los ceros pierden las apuestas exteriores. (Algunas mesas pueden tener la regla de que se pierde la mitad).

La Francesa, o Europea. En estas mesas, no hay 00, son 37 casillas. La apuesta al 0, pierde en apuestas exteriores, pero puede congelarse la apuesta para la siguiente bola, o bien retirarse, perdiendo la mitad. (En algunas mesas se pierde directamente) Hay casillas para las fichas apostadas en el lado de los jugadores y también del croupier (esto no pasa en las americanas), por lo que es habitual que este ayude a los jugadores a colocar sus fichas.
 
Ahora nos podemos fijar, que el tapete que aparece en la foto de antes, es un tapete de ruleta Francesa, sin 00, y con casilleros de apuesta a ambos lados.


En tercer lugar, algunas mesas permiten apostar por series, que suelen ser las siguientes, aunque puede haber variaciones.

Voisins du zero ("vecinos de cero") Apostar a que sale alguno de los 16 numeros cercanos o incluyendo al 0. En ruletas sin 00 son 22,18,29,7,28,12,35,3,26,0,32,15,19,4,21,2,25. Se paga 1 a 1.
Jeu zero ("juego cero") Apostar a que sale alguno de los 6 números más cercanos al cero, o el propio cero. En ruletas sin 00 son 12, 35, 3, 26, 0, 32, 15. Se paga 4 a 1.
Tiers ("el tercero") Apostar a los 12 números que se encuentran en la parte opuesta de la ruleta, 27,13,36,11,30,8,23,10,5,24,16,33 (en ruleta de un solo cero). Se paga 2 a 1.
Orphelins ("huérfanos") Apostar a los 8 números que quedan entre Tiers y Voisins, 17, 34 y 6, (huerfanos) y 1, 20, 14, 31, 9 (huerfanas). Se paga 3 a 1.

martes, 14 de agosto de 2012

Rounders


Rounders. Peli del 98 con Damon, Norton, y Malkovich (como secundario).
Es la historia de Michael, un estudiante de derecho (Damon), que es desplumado una noche (Malkovich) y entre la ostia y que a su novia no le gusta el juego, lo deja. O al menos lo deja hasta que su colega (Norton), que está en la cárcel por no haberle delatado, sale y debe ayudarle a volver a las mesas. "Gusano", su amigo expresidiario, no es trigo limpio y acaba arrastrándole a una serie de asuntos que acaban por meterle en la mierda, y tiene que volver a jugar para poder salir de los lios.



Son 2 horas de pelicula, que empieza con poker, y termina con la clasica partida dura, pero que en medio evoluciona para mi gusto lenta, y sin tener nada del otro mundo. No hay personajes memorables, Damon en un papel de los típicos suyos, sin interpretaciones dignas de mención (quizás Malkovich, como mucho) final supongo que bonito y predecible (solo podría terminar mas Disney con un cambio), tipico personaje insistiendo en el "sigue tu destino, juega si es lo tuyo"...

¿Que nos aporta a Slang? Nada. La idea de la trama está trillada (ayudar a un colega y acabar tú metido en la mierda), no se explora en profundidad el poker como para decir que nos ha enseñado algo, ni sacas ambiente. Yo me puse a verla a ver si sacaba algo relacionado con el juego, el poker, o los bajos fondos, y no me ha aportado nada, siendo el caso que además como película se me hizo incluso lenta. Realmente, si rebuscas, y rebuscas, puedes llegar a encontrar una idea de provecho, un matón cobrador de apuestas, qe trabaja para un tio que acaba en la trena, de tal forma que al salir, este tipo mantiene deudas, y le busca problemas el matón que antes trabajaba para él.

Si no la habeis visto, supongo que es ignorable totalmente.


lunes, 13 de agosto de 2012

Trapwire


Recien aterrizo de la primera parte de las vacaciones, y veo todas las noticias de nuestra "absurda realidad" de estos días; un chaval de 18 años es descuartizado y tirado desde un coche por una ciudad de Sinaloa, le pegan 5 tiros a uno (y 10 que fallaron) que se estaba fumando un porro en Times Square, DARPA pone la vista en modificaciones geneticas que permitan a los soldados no necesitar dormir, Israel pone en fase Beta un servicio de SMS-GPS que te avise cuando entres en un área con riesgo de bombardeo, (algunas webs dicen que te avisa en caso de bombardeo, pero esto no es lo mismo, y leyendo llego a la conclusión de no es ese el planteamiento, no parece tratarse de un "En 2 minutos llueven misiles, corre") y a raíz de los mails de Stratford de Wikileaks, se muestra que USA está utilizando un software llamado TrapWire a través de cámaras públicas. Sobre Wikileaks, no me queda claro si relacionado con esto (diria que no) al parecer ha estado caída la semana pasada, tumbada por el grupo Antileaks, sufriendo ataques ddos de 10 y hasta 40 Gigabits por segundo.

Esto de Trapwire no es un secreto especialmente siniestro. Para empezar, el software, es un producto comercial (con su web comercial etc) desarrollado por Abraxas, una empresa de Virginia del Norte formada por ex-miembros del FBI y de la inteligencia. Además, ya hubo hace años declaraciones sobre esto. No es que Wikileaks haya descubierto la conspiración de la NSA ni nada parecido (aunque ahora todo el mundo está enterado). Ya en 2005, el director de Abraxas hablaba de su producto, el director de la NSA habló de esto en la convención hacker DefCon de Julio en Las Vegas (decía que no recopilan datos). No es algo que se haya hecho en laboratorios secretos, vaya. La novedad es divulgar que Trapwire estaría con el gobierno desde 2009.

Lo que estaría haciendo esta aplicación es, desde ciertas cámaras conectadas al sistema, tomar imágenes, y aplicar reconocimiento facial. Se supone que el planteamiento es vigilar en busca de caras concretas, hasta que la alarma salte. No estar scaneando a ver quien está en este sitio, si no cuando haya alerta, entonces prestar atención al entorno "tomando imagenes de las cámaras de la zona, estén conectadas a Trapwire o nó". Las cámaras que estarían conectadas a TrapWire se habla como si fuesen públicas, pero también han aparecido los casinos de Las Vegas, se habla de tiendas...

Fijo que estais pensando lo mismo que yo.


domingo, 12 de agosto de 2012

Iniciativa con Reflejos


Como uso más atributos, estilo Slang, no me quedo limitado a decir Destreza (puntería, equilibrio, agilidad, todo lo que sea moverse) si no que puedo permitirme matizar entre Coordinación (Puntería, kinestésia), Reflejos (agilidad, velocidad de reacción), o Pericia (la gracia de tus dedos, se acabó que por ser pianista, neurocirujano, trilero o carterista tengas agilidad).

Podemos discutir si una cosa entra en Coordinación, o Reflejos, pero no me quita el sueño dado que mezclo las habilidades con los atributos, nuevamente a lo Slang (recuadro pag 70 de EO), en lugar de relacionar ya per se una habilidad con una caracteristica, como Eyes Only.

Naturalmente, tanto por el nombre de la característica, como por lo que mide, como especialmente por este concepto de no concentrarlo todo en un rasgo (Coordinación ya acapara bastante siendo con la que atacas), en cuanto aparece Reflejos, la iniciativa me parece justo que pase a ser Alerta + Reflejos.



sábado, 11 de agosto de 2012

Operación Impulso (6)




Sofía 19:20 – 17:20 ZULU

Sede de la IAB

El repentino silencio fue tan intenso que incluso los aparatos parecieron callar su ruido blanco en la habitación de vigilancia. Hristo no respiraba. Aunque él no tenía conocimiento de la misión de Dimov y sus pormenores (como el hecho de que era prioritario que los planos no cayesen en manos ajenas), era capaz de captar sin lugar a dudas la tensión presente. Y supo que algo iba a pasar con tanta seguridad como lo sabía Plamen.

“¿No se supone que es un pequeño genio?” pensó el agente Dimov. “¿A qué clase de imbécil se le ocurre llevar en un portátil información tan valiosa y confidencial?”

Sin embargo, la respuesta acudió inmediatamente a su mente. La clase de imbécil que no quiere mantener el secreto, pero que tampoco puede desvelarlo abiertamente sin atenerse a severas consecuencias. De hacerlo, seguramente sería acusado de traición, el cuerpo de seguridad nacional se habría echado sobre él y nunca más se le hubiese visto. Sin embargo… ¿Quién podía culparle si, por ejemplo, alguien le robaba el portátil y difundía la información? Probablemente ya tenía preparada la liberación de los planos con un cómplice, el muy estúpido.

El vigilante se quedó por un momento tan estático como los demás, incrédulo y tratando de comprender el alcance de semejante declaración, de tal forma que a Dimov casi le pareció una persona normal; pero luego sonrió cálidamente al herido, como si no tuviese ningún problema con lo que acababa de decirle.

- No nos habían informado. ¿No le preguntó el agente Dimov respecto a esta importante cuestión? – preguntó al cabo el vigilante.

Hristo apretó con las manos los reposabrazos de su cómoda silla. Lo hizo tan fuerte que los nudillos se le pusieron blancos. Dimov le dedicó una breve mirada de reojo, pero su acompañante estaba demasiado centrado en la pantalla para darse cuenta.

- No, no me ha preguntado nada de eso, estaba interesado más bien en con quién había estado hablando – respondió Galvech.

Antes de que lo dijeran, Dimov ya estaba preparándose mentalmente para lo que iba a pasar, ideando una ruta y calculando posibilidades.

- ¿Puedes ir a por el agente Dimov? – dijo el vigilante jefe a su subordinado – Tenemos que hablar largo y tendido con él – y a continuación miró a cámara.

Plamen supo que sabía que observaba, lo supo por la mirada de superioridad y la mueca de satisfacción en su rostro. “Te cogí” parecía decir aquel gesto. Pero no era cierto, aún no le habían cogido. Aún no.

El vigilante de menor rango salió de la estancia presto a cumplir la orden. Dimov y Hristo miraron a la pantalla contigua, donde se le veía avanzar por el pasillo mientras sacaba las esposas. Plamen miró a su colega, y su colega le miró a él. Por un instante, ninguno de los dos se movió.

- Joder, tío… - dijo Hristo.

Una pequeña bajada de defensas que Dimov aprovechó. Antes de que Hristo se diera cuenta, había sacado su arma y le apuntaba con ella. El chasquear de los pasos del vigilante seguía resonando en la estancia mientras su imagen iba pasando de una pantalla a otra a medida que avanzaba.

- Abre la puerta, Hristo – exigió Dimov.

- Sabes que no puedo hacer eso, Plamen. Baja la pistola, por favor,  habla con ellos.

- No me digas que hable con ellos, conoces sus métodos de interrogatorio. Soporté lo indecible por la patria y la agencia a manos enemigas, y volvería a hacerlo, pero no voy a permitir que mis aliados me traten como a un traidor. Abre la puerta, Hristo.

- No – el hombre volvió ligeramente la cabeza. El vigilante aún había recorrido sólo una cuarta parte del camino.

- Abre – repitió Dimov.

- No voy a convertirme en tu cómplice, Plamen.

- Abre – Dimov amartilló el arma.

- ¿Qué vas a hacer cuando me mates? ¿Pulsarás todos los botones hasta dar con el correcto? Antes harías saltar cien alarmas.

- ¡Abre la maldita puerta o te juro por Dios que te vuelo la cabeza, Hristo! – se exaltó Dimov.

Su compañero le miró de arriba abajo. El cañón apuntaba a su cabeza. Finalmente asintió, se volvió hacia su teclado y pulsó uno de los millares de botones.

El fogonazo de luz sólo cogió por sorpresa a Dimov.  Hristo actuó rápido, golpeando con certeza en la mano con la que Plamen sostenía el arma. No consiguió que la tirase, pero al menos estaba cegado y ya no le apuntaba.

Dimov hubiera podido matarle nada más ver la luz, pero el agente no tenía esa intención, quizás en verdad nunca la había tenido. Cerró los ojos con fuerza, en ese momento sólo le distraían, y se concentró en el sonido. Cuando escuchó algo metálico supo que había recogido el cuchillo de la mesa, pero no pudo esquivar debidamente el ataque y sintió la hoja cortándole el brazo. Fue un corte absurdo, poco profundo. Era el cuchillo que había usado para cortar el pan del bocadillo, no un arma afilada.

Hristo no era un agente de campo, que en pocos segundos podría haberse ocupado de un oponente cegado, y aquello le pasó factura. Porque Dimov sí era un agente de campo. Golpeó limpiamente con la culata de la pistola en el hombro de Hristo, que lanzó un quejido. Cuando iba a golpear por segunda vez, su víctima se defendió, esgrimiendo el poco amenazador cuchillo. No llegó a herirle, pero le hizo retroceder lo suficiente como para poder levantarse y dar una fuerte patada a su mano armada.

Que no fuese un agente de campo no significaba que no hubiese sido adiestrado en absoluto.

La mano de Dimov chocó contra la pared y él sintió que se le rompía un dedo, mientras el arma caía al suelo. El dolor no le retuvo, pronto lo controló como si fuera sólo una molestia. Hristo lanzó un nuevo ataque, que Dimov esquivó para luego agarrarle la muñeca donde portaba el cuchillo. Le hizo girar, levantó el pie izquierdo hasta apoyarlo en su costado y, de un rápido golpe seco, le sacó el hombro de sitio. La articulación crujió ostensiblemente al ser desencajada.

Hristo no estaba tan acostumbrado al dolor como su compañero, y gimió cayendo sentado sobre su silla, soltando el cuchillo y agarrándose el brazo como si se le fuese a caer. Dimov miró las pantallas, buscando al vigilante. Sólo le faltaban unos escasos minutos para llegar.

- Eres un hijo de la gran puta, Plamen – se quejó Hristo -. Dios, cómo duele…

Intentó mover el hombro y aguantó a duras penas un grito de dolor, inclinándose y pulsando uno de los botones de su teclado con el codo. La puerta se abrió. Dimov aún estaba maravillándose de su suerte cuando sintió los ojos de Hristo clavados en él.

Tenía la cabeza baja, evitando las cámaras, pero le miraba con intensidad, y con sus labios le vio perfilar dos palabras:

“Huye, Plamen”


domingo, 5 de agosto de 2012

¿Que atributos prefieres tú?


Simplemente quería conocer la opinión de los lectores sobre los diferentes atributos en Slang y Eyes Only, motivo por el que he abierto la encuesta de la derecha. En Slang, los atributos que definen a un PJ son 9 (Fuerza, Aguante, Coordinación, Reflejos, Entereza, Perspicacia, Cultura, Pericia, y Elocuencia) en EO son 7 (Fuerza, Aguante, Destreza, Voluntad, Percepción, Intelecto y Carisma).

Que a Carisma lo llamemos Elocuencia, aunque podemos perdernos en la semántica de la palabra, no lo veo relevante, cuando vemos que al final se usa para las mismas habilidades, y que es el mismo atributo bajo otro nombre. Percepción o Perspicacia, ni comentar. Lo mismo para Voluntad y Entereza, o para Cultura e Intelecto.

Pero hay diferencia (para mi importante) en Destreza (EO), que se convierte (Slang) en 3 atributos diferentes, Coordinación, Reflejos y Pericia. Coordinación es la coordinación ojo-mano, la punteria, las volteretas, lo kinestesico. Reflejos es la reacción rápida, fisica y mental, la iniciativa. Pericia es la habilidad con los dedos.

Como vemos, los atributos en Slang y EO son los mismos, excepto esta diferencia. Entonces quiero conocer opiniones ¿que sistema te gusta más? ¿Slang con mas detalle y 2 atributos más? ¿O EO mas simplificado pero sin tanto matiz? En Septiembre veremos como queda la cosa y hablaremos de esto, hasta entonces teneis la encuesta abierta. Gracias por participar.  


sábado, 4 de agosto de 2012

Operación Impulso (5)




Sofía 12:55 – 10:55 ZULU
Frente al hogar de Todor Galvech, Lozenets, Sofía

La lluvia de cristales cayó sobre los hermanos Tumánova, que se ocultaban tras el coche. Piotr, el mayor, pensó que se podían ir todos al infierno. Aquella mañana se había levantado con un molesto dolor de cabeza, el cual no había hecho más que empeorar a lo largo del día.

Aunque los cristales bajo ellos se clavaban un poco, no eran tan hirientes como cabía esperar. Después de todo estaban diseñados para no ser letales en caso de accidente de tráfico. El ruido ensordecedor de las armas cesó por un momento, y luego se escuchó el derrape de una de las furgonetas, que se ponía en marcha.

- Te lo juro, hermano, voy a matar a ese cabrón – dijo Yevgueni.

Seguía con un tono quejumbroso e indignado por su nariz rota. Le hacía falta más experiencia de campo. Se oyó una nueva ráfaga cuando Piotr se asomó brevemente. Maldijo y les gritó unos cuantos improperios. Tenían que salir de allí antes de que las fuerzas del orden (o dado el escándalo, el jodido ejército) hicieran aparición.

- ¿Trajiste los botes de humo, Yev?

- Sí… - se pasó la manga bajo la nariz. No dejaba de sangrar – Coño, maldita sea. Toma uno.

Su hermano lo cogió y lo lanzó lo más lejos que pudo. Como sospechaba, los tiradores devolvieron el bote de una patada, lo que extendió aún más el humo y les dio cobertura. Piotr recogió a Yevgueni y le hizo alzarse rápidamente para seguirle. Corrieron ocultos por el humo mientras sus enemigos disparaban a ciegas a la nube que les envolvía.

- Conduzco yo – dijo el más joven, que rondaba los veintisiete.

- No me toques los cojones ahora, Yev – Piotr se subió a la motocicleta y se calzó el casco.

Yev refunfuñó por tener que ir detrás, en lugar de agradecerle a su hermano mayor que hubiese preparado un salvoconducto por si había problemas, como había ocurrido.



Dentro del domicilio de Todor Galvech se había desarrollado otra escena, menos ruidosa pero con idéntico peligro para los presentes.

La esposa de Todor, de pelo azabache que se empeñaba en tintar con mechas rojizas, sutiles pero brillantes, había bajado por las escaleras posteriores que daban al patio interior. Su marido y ella se habían dividido. Así debía ser. Mientras Galvech había optado por la previsible puerta principal, ella se deslizó a la zona común del edificio.

Atravesó aquel patio corriendo, y sabiendo mientras corría que no serviría de nada. De todas formas, los malditos se habían hecho ya con el portátil y, por tanto, con los planos. Ahora lo único que tenían que hacer era matarles a ellos. A él por ser quien los diseñó y quien podía reproducirlos, y a ella por la posibilidad de que los conociese.

Estaba precisamente en el patio interior cuando estalló la bomba, y fueron los edificios los que la protegieron de la metralla. De otra forma, ella hubiese muerto allí en ese mismo instante. Por desgracia, no fue así. Los asaltantes salieron de las ventanas aledañas a su casa y la persiguieron. Ella se preguntaba porqué no disparaban a matar sin más.

Llegó hasta la reja que protegía de caídas a la entrada del garaje y la saltó. El golpe contra el suelo resonó en las paredes de la cuesta que bajaba hacia el aparcamiento subterráneo, se oyó fuerte y sordo, pero por encima de él todavía escuchó la señora Galvech el chasquido de su pierna al romperse.

Gritó, pero sabía que no podía permitirse perder tiempo.

Sacó la llave a distancia de la puerta del garaje y pulsó el botón. La puerta no se abrió. Ella lanzó un gruñido de desesperación y golpeó el mando contra el suelo. Los asaltantes habían alcanzado la valla y se disponían a saltar por encima.

- ¡Vamos! – pulsó el botón frenéticamente, pero el caprichoso aparato decidió que no era momento de ser utilizado.

Volvió a mirar a sus persecutores, que habían anclado unos mosquetones a la valla y se deslizaban hacia abajo colgando de cables metálicos. Ella gritó, pidiendo ayuda, y lanzó con rabia el mando del garaje contra ellos. Cuando éste chocó contra la pared, la puerta se abrió.

Sólo tenía que cruzarla y pulsar el cierre de seguridad, la puerta bajaría. ¿Y después? Podría ocultarse entre los coches, podría ganar tiempo hasta que llegase la policía. No tenía más opción, o eso se decía mientras se ponía en pie sobre su pierna derecha, que aunque magullada no se había roto, y avanzaba hacia la puerta del garaje, ayudándose de la pared para mantener el equilibrio.

Por supuesto, fue inútil. Antes de que llegase a dar diez pasos, la habían dado alcance.

Mientras uno de ellos recogía pulcramente las cuerdas metálicas, otros dos cargaron con ella, sin importarles la resistencia que opuso, y la llevaron ascendiendo hasta la calle, donde esperaba un coche nada llamativo. Era un modelo común, con pintura normal y sus cristales traseros tintados como para proteger del sol. De él bajó una mujer con un traje negro que la miró de arriba abajo, para después lanzar una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora, pero que no engañó a la señora Galvech. Justo en el momento en el que la mentirosa iba a abrir la boca, se oyó el estruendo de un arma, disparada desde el interior del patio.

Un hombre de más de sesenta años, gordo como un tonel y de barba blanca y descuidada, llegaba hacia ellos disparando con un cañón altamente irregular, y que la señora Gallvech supuso de manufactura casera, sin duda fabricado por el primo de aquel hombre, el cual estaba en la cárcel por posesión de armas.

- ¡Venid aquí, hijos de puta! – dijo el hombre, salpicando su barba blanca de saliva.

La señora Galvech sintió la tentación de advertirle, de decirle que se marchase y buscase refugio, pero no lo hizo. Realmente necesitaba que alguien hiciese algo y confió en un milagro.

Los asaltantes hicieron una pared entre las mujeres y el atrevido vecino, y comenzaron a disparar. Sin embargo, antes de que le dieran, el viejo tuvo tiempo de acertar a tres de ellos, y los tres cayeron al suelo como bolos derribados, a pesar de llevar chaleco antibalas. Se golpearon en la cabeza y se retorcieron en el suelo.

Pero aquel ataque suicida no podía durar, y el atento vecino que había acudido en ayuda de la señora Galvech no tardó en caer al suelo acribillado. Aún se oyó su risa gorjeante por la sangre mientras uno de los asaltantes se acercaba a él. El viejo había echado de menos la lucha, nunca quiso morir en la cama de un hospital, y por eso reía. El hombre armado apartó de él aquella potente escopeta de rápida recarga y apuntó a su cabeza. Antes de descerrajarle el tiro se volvió hacia la mujer que, un tanto aburrida, asintió. 

La señora Galvech les maldijo con todas sus fuerzas, pero ellos le recordaron amablemente que iban armados golpeándola con la culata de la pistola.

- ¿Tenemos el portátil? – preguntó la dama a sus subordinados.

- No, señora, ellos se lo llevaron.

- ¿Y quiénes son ellos exactamente? – subió al coche mientras esperaba respuesta, consciente de que debían abandonar el destrozado lugar cuanto antes. Escuchó la puerta del maletero cerrarse y se apartó algo de sangre que había manchado la hombrera de su chaqueta.

- No lo sabemos – ocupó el conductor su lugar.

- Creía que nos habíamos ocupado de todos los que tenían algo que reclamar al señor Galvech – respondió ella, hastiada.

- Había al menos una fuerza de ataque más aquí, señora – arrancó el coche y empezó a conducir, calmadamente, sin prisa -. Quizás la IAB, o la interpol.

- Ninguno de ellos es lo bastante listo ni como para descifrar el código de un maletín, dudo mucho que se hayan percatado de lo que Galvech pretendía hacer.

- Puede que no, puede que se trate de otros aún más peligrosos.

- ¿Y del desaparecido inventor qué se sabe? – dijo ella con tono despreocupado, aunque se preguntaba cómo iba a contarle todo esto al jefe.

- Le estamos persiguiendo ahora mismo, señora, con dos de nuestras furgonetas.

- Bueno, en cualquier caso, tenemos un pequeño seguro. Ahora sólo queda saber quién se ha inmiscuido en nuestros asuntos y sacarle de en medio por la fuerza. Te aseguro que como sea otra agencia, voy a volarles su maldita sede.

viernes, 3 de agosto de 2012

La caída de Prosper


Documental en 4 partes sobre la caída de la red francesa Prosper (unas 400 detenciones diversas en total). Vimos en el video de ayer como Prosper cayó y en ella algunas chicas de Vera.

En este documental se ahonda en la caída de esta red. Se habla de como un agente del SIS, Henri Dericourt, fué responsable de esta caída, ya que ejerció como agente triple. Servía al SOE, mientras que pasaba información a los nazis (podriamos llamarle agente doble) para finalmente sincerarse plenamente con el SIS. Desde el 43, el SIS supo esto, pero el SOE no lo descubrió durante 1 año, hasta que el asunto salió casi por casualidad. En este punto, el SOE pidió al SIS toda la información, pero el SIS cubrió a su agente sin dar datos, con lo que su expediente se sobreseyó. Eso sí, el SOE no quiso volver a verle. Acabada la guerra, como los chivatos nazis fueron perseguidos, se le tenía en la lista, por lo que fué juzgado en el 46, y declarado inocente.

Esto solo tiene sentido si entendemos que el SIS (inteligencia, recolección de información) veía a los agentes del SOE (saboteadores, actuación) como un problema, ya que atraían la atención y hacía que los nazis buscasen infiltrados, perjudicando a sus agentes. Incluso con estos intereses enfrentados, parece muy incorrecto el comportamiento del SIS, que mantuvo las cosas como estaban.
Podría llegar a entenderse cruelmente que vendiese al SOE bajo esta perspectiva, pero si nos preguntamos como se pasó por alto las filtraciones a los nazis, que estaban funcionando desde antes del 43, parece ser que era para construirse una buena coartada con los nazis.
O esa era la postura oficial del SIS. Por otro lado, se supone que esto no empezó por orden del SIS, luego... ¿no habría que fusilarle?
Pero a su vez, en el 40, el SIS ya sabía que había mentiras en el historial de Dericourt, pero se lo recomendaron al SOE igualmente... No sé que opinar, vean el documental, y juzguen.




jueves, 2 de agosto de 2012

Vera May Rosenberg


Documental en 4 partes sobre Vera Atkins. La última parte no está debidamente enlazada al terminar la tercera, a resolución de 420. Simplemente si maximizais os saldrá entre los enlaces.
Atkins fué una secretaria del SOE, que se ofreció voluntaria como supervisora de agentes femeninos del SOE infiltrados en la Francia Nazi. La red donde se ubicaban sus chicas cayó, y las agentes fueron capturadas. Tras la liberación de Francia, acudió a París a recoger a sus chicas, aunque 14 de ellas estaban desaparecidas y no acudieron en 3 semanas. Una regresó a Londres 1 año después de Normandia.

Vera había sido ilusa al (o más probablemente, había tenido intereses para) no dar importancia a un mensaje sin código de seguridad, y había respaldado la opinión de un superior de que no era importante. Vera viajó ahora a Alemania a localizar a sus chicas desaparecidas, entregadas a las manos del enemigo por este error. Todos sus rastros la llevaron a cadáveres.




miércoles, 1 de agosto de 2012

El juego de Inglaterra


Documental en 4 partes, que habla sobre el llamado "Juego de Inglaterra", como vino a llamarse a la contrainteligencia que los nazis desarrollaron en Holanda para capturar a 58 agentes que el SOE introducía en paracaidas en su territorio. Esto no fué una victoria de la contrainteligencia nazi, fué una pifia en la inteligencia del SOE. Una pifia dificilmente explicable, que causó las 58 capturas, y una ventaja tal para la contrainteligencia nazi, que alcanzó su punto álgido cuando 2 presos se escaparon volviendo a ponerse en contacto con el SOE, y los nazis lograron desacreditarles antes de su llegada haciendo que se les tomase por agentes dobles.

Cuando, debido a la RAF (que perdía demasiados aviones para lo que se suponía) se cancelaron las inserciones aéreas de agentes en Holanda, y el flujo de agentes se detuvo, los propios nazis enviaron un mensaje irónico sin cifrar mofándose de lo ocurrido. Los 58 agentes capturados, llegados a este punto, se enviaron a un campo de concentración, donde la mitad murieron en la escalera de la muerte, y la otra mitad fueron fusilados, sobrevivieron solo 2, la única mujer enviada, e irónicamente, el primer capturado, de quien se desprendió el resto del juego (a pesar de su astucia para intentar avisar a su bando, que fué negligente en extremo).

La negligencia del SOE alcanzó tal calibre que cuesta creerla... si no fuese por que algunos informes apuntaban a agentes dobles nazis operando en el SOE, por lo que esta negligencia sería un sabotaje, o cuando menos permitiría ver la negligencia desde otra óptica (la decisión de dejar fracasar una operación, que se sabía infectada por topos). No sería la primera vez, que la contrainteligencia de no revelar lo que se sabe, deja cadaveres inocentes por el cámino. En la actualidad, todavía existen informes clasificados al respecto, que quiero pensar que irán en esta dirección, por que un grado tal de negligencia no es facilmente asumible.